Me elevas

Soy un globo pequeño,
                 perdido,
que me hincho, me mudo,
                 revivo,
con cada palabra,
                 susurro,
que soplas a mi oído.

Porque es tu aliento amor
el que me eleva,
el que me da la voz,
el que me lleva
más allá del mundo,
... hasta las estrellas.

Por qué tiemblo

Por qué tiemblo
como un joven árbol
azotado por el viento.
Por qué siento
que menguan mis fuerzas
por momentos.
Por qué mi mente
no se cree los cuentos
que invento.
Por qué me miento.
No prueban mis ojos
la sal por vez primera,
por qué entonces,
esta sensación nueva.
Por qué los recuerdos
no se borran.

No quiero que se borren.
Por qué.

Por qué soplan mil vientos
dentro de mi cabeza.
Por qué las estrellas se esconden.
¿Será por no ver mi tristeza?

Por qué seguir

Por qué seguir viviendo estrellas,
alimentándose de ellas,
por qué seguir llorando ideas,
por qué seguir luchando
contra las mareas.

Por qué seguir bebiendo versos,
                      recorriendo calles
respirando besos
                      y besando aire.

Por qué seguir buscando mundos,
                            plantando rosas,
leyendo miradas
                y escribiendo mariposas.

Por qué seguir
           viva entre la nada,
por qué seguir
          enamorada.

Vacio

Me han robado lo que nunca fue mío,
se han llevado mi aire, mi mar,
en mi interior solo queda vacío
y en mis sueños ya no puedo volar.

Me asomo a mi corazón
y es como ver el fin del mundo,
cien mil hojas en blanco
entre las que me hundo.

Una espesa nada
invade mi ser,
inunda mi alma,
me va a hacer caer,
estoy mareada
y no logro
                   parar
y no puedo
                   amar
pues todo cuanto quiero
                   se va.
Y yo me muero,
me ahogo
en mi propio mar.

Tan solo quiero besar
a aquel que me enseñó a volar
y navegar juntos
por toda la eternidad.
Pero vacía;
y sin alas;
me despeño.
Sin mis plumas
caigo sin remedio.
Y esta vez
mi pesadilla
no es un sueño.
Se abren mil heridas
por las que brotan
mis sueños, mis miedos,
                             mi vida,
en forma de gotas
de blando cristal
hasta dejarme vacía,
hasta escurrir por los ojos
todo el agua que tragué de tu mar.

No tengo miedo

Que venga un huracán
y arrase mi ciudad,
que se hunda el suelo
bajo mis pies.
Que me azoten y torturen,
que me cuelguen del revés,
que lama mi cuerpo el fuego
y se abran mis heridas,
que todo lo queme el sol,
plagas y hambre asolen el mundo entero.
Que alguien me arranque el corazón.
Que me quiten la vida.
No tengo miedo.
Pues perder tu alegría
es lo único que temo.

Suerte

Sé que nunca permaneces
en un mismo lugar,
sé que eliges tu destino
al azar
eres un soplo
que va y viene
y nunca
se detiene,
mas con todo el alma
te pido:
detén tu raudo
peregrinar,
pliega tus alas
de ardiente metal
y pósate en este,
mi amigo
para que hoy nada
le salga mal.

Sobre verde

Hoy he vuelto a una tierra
que me vio llorar.
Hoy he vuelto a soñar.

El mismo sol que un día
vi nacer
baña hoy mi piel
igual que lo hizo ayer.
Pero hoy no hay nadie
que comparta mi paseo.
No hay risas ni llanto,
no hay amos ni perros,
no hay juegos ni cantos.
No hay gente, solo sueños.

Tumbada en una tierra
hoy sin hoyos,
espero a que vuelvan
los recuerdos
deseando tan solo
que dejen de serlo.

Conociendo a quien no se conoce

Me sumerjo a fondo
en corazones ajenos
buscando en ellos
resquicios de mí.
Se abren ante mis ojos,
como libros,
espíritus dormidos,
doloridos,
repletos de frases
que ya he leído
y que ahora adquieren
mil nuevos sentidos.

Conozco cada ser y sus por qué,
comprendo cada gesto y mirada,
porque ahora ya
son parte de mi ser,
porque ahora ya
son uno con mi alma.

Y me temen si les digo
              lo que sienten,
y se asustan si les muestro
                        su verdad,
y se ríen si les hablo
                  de soñar
pero son sus propios sueños,
y me dicen que les miento
y se alejan sonriendo
y yo me pregunto:

Por qué es tan difícil
sentir como siento,
por qué es imposible
mostrar a alguien
su propio adentro.
Por qué es tan extraño
saber a qué huele el aire
y a qué sabe la nada,
sentir el rugir del viento
                 en el corazón
y entre las manos el calor
                de una mirada.
        Por qué no oyen
        vibrar los sueños
        en sus entrañas.
Por qué el mundo no se conoce.
Cómo mostrar quién eres
a quien no sabe quién es él.

Si hoy las gentes,
en sus mundos de cristal,
viven sin soñar...
cómo hablarles de ideales
si no conocen su propia realidad.

Pequeña alondra

Oye pequeña alondra
que con el sol despiertas,
no busques compañera
en aves nacidas tuertas.

Pues su medio sentido
les impide ver tu alma
y nunca serán
dignas de tus lágrimas.

Oye pequeño amigo
que vuelas de mañana,
no busques cobijo
en un rayo de plata.

Pues si bien, por la noche
su belleza te mece,
te abandona en el bosque
tan pronto amanece.

Entre la vigilia y el sueño

Suelto mi mente
bajo un cielo
que se desploma
sobre mi cabeza.
El carbón ensucia
esta hoja
y limpia mis ojos
que escurren recuerdos
y dejan despojos.
Brotan de mi cuerpo
gotas de cristal
que brillan
en la noche
más que la luna llena
en el mar,
pues la luz que las mueve
es la misma
que me hace vivir,
la que alumbra mi mano
si me pongo a escribir.
Y entre luces tenues
y estrellados ocasos
despega mi mente
rompiendo en pedazos
todo cuanto ataba
mi cuerpo a mi cama,
porque ahora que existo
entre la vigilia y el sueño
soy un semidiós,
soy mi amo y mi dueño,
y mi mundo,
me queda pequeño.

Con solo un susurro

Una palabra al oído
ha hecho arder mi corazón
en ígneo estallido
y ya no recobro la razón.

Sé que sólo necesito
un aroma conocido
para que mi cuerpo despierte
de su letargo insensible
y cual hojas de un otoño
que murió
se estremezca
y entre estrellas
tiemble.

Pues es suficiente
con una canción
para que vuele mi mente
a otro mundo
a otro tiempo,
a otra dimensión.

Donde la distancia es un suspiro
y surge de tus pulmones
el aire que yo respiro.
Donde el tiempo se detiene ante la noche
dejando que su negro manto
arrulle nuestros cuerpos
y nuestras voces
que, en un susurro furtivo
se escapan del alma
y trepan a los oídos.

Ven música, ven

Ven música, ven
aduéñate
de mis entrañas,
atrápame
con tu vibrar.

Ven música, ven
y hazme volar,
hazme vivir,
hazme girar,
hazme querer.

Ven música, ven
que quiero tocar
la estrella más alta
y sólo tú eres capaz
de elevar mi alma
por encima de mi ser.

Ven música,
ven.

No, gracias

 
Pues bien, ese es mi vicio
me gusta provocar, adoro ese suplicio.
¿Qué quieres que haga, buscarme un protector?
¿un amo tal vez?
¿y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina y con adulación,
cambiar de camisa
para obtener posición?
 
¡No gracias!
 
¿Dedicar si viene al caso
versos a los banqueros,
convertirme en payaso,
adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?
 
¡No gracias!
 
¿Desayunar cada día un sapo,
tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
 
¡No gracias!
 
¿Adular el talento de los canelos,
vivir atemorizado por infames dineros
y repetir sin tregua:
“Señores soy un loro
quiero ver mi nombre escrito en letras de oro”?
 
¡No gracias!
 
¿Sentir terror a los anatemas,
preferir las calumnias a los poemas
coleccionar medallas
urdir falacias?
 
¡No gracias! ¡No gracias! ¡No gracias!
 
Pero cantar, soñar, reír,
vivir, estar solo, ser libre,
tener el ojo avizor,
la voz que vibre,
ponerme por sombrero el universo
por un sí o por un no,
batirme,
o hacer un verso.
Despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación… a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
renunciar a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto,
pero solo.
 
(Cyrano de Berguerac, de Edmond Rostand)

Tu voz

Satélites y estrellas
reflejan tu débil voz
entrecortada
que llega a mis oídos
como un tifón
desatando a su paso
las cadenas
que oprimían mi corazón,
que me tenían atada
sin razón.

Y me pregunto
cómo un sonido
tan suave, conocido,
tan grave, profundo
es capaz de elevar
mi espíritu,
de nuevo hacer brillar
mi mirada,
rescatar del olvido
un sueño que luchaba
por quedarse dormido
y que jamás lo ha conseguido.

Buscas y no entiendes

Buscas reflejos de tu corazón,
buscas cariño en quien no sabe amar,
buscas futuro en quien pronto se va,
buscas palabras y obtienes un “no”.

Ahora sientes
algo nuevo,
diferente,
mas terminas
como siempre
y no entiendes
este juego
ni a la gente,
pero asientes
y te mientes,
y te dices
que lo olvidas,
pero vuelves
y lo miras
y, entre dientes,
entre lágrimas,
se te escapa
que aun no entiendes
lo que pasa,
y no admites
que hay un fuego
que te come
las entrañas,
y en el suelo
ves pasar
entre gentes,
tus recuerdos
y en un día
te haces viejo,
de repente
has cambiado
porque buscabas
lo imposible
en el sitio
equivocado
y ahora sigues
y aun no entiendes,
pero al menos
ahora sabes
lo que quieres
y no puedes
olvidarlo,
es tu vida,
noche y día
te persigue
y buscas
en la distancia,
más allá
de los montes,
oteando
el horizonte,
intentando hallarlo
entre los hombres
que aun no han muerto:
buscando un alma
entre tanto cuerpo.

Pero las almas gemelas
se atraen solas,
no se buscan, se encuentran,
y solo la hallaras
si te paras
y la esperas.

Echo de menos

Echo de menos
abrazos ocultos
tras muros de oscuro
que empujan mis brazos,
entre los que te estrecho
sintiendo tu espalda
contra mi pecho.

Besos de viento
robados al tiempo
que se escurre entre los libros
y se escapa.

Caricias de luna
que con ella en la noche
se mueven a una,
se esconden del frío,
del amanecer sombrío,
bajo una manta,
dejándome un nudo
en la garganta.
Lo echo de menos.

En ti artista, en ti.

                       En ti se cruzan
                los caminos,
         en ti se forjan
  versos vivos,
en ti los vientos
   se han unido,
        se elevan y mezclan,
                se entretejen,                                             En ti,
                       se ordena el kaos                                     artista,
                       y florece                                              en ti.
                en explosión de color
         incluso la nada.
   Porque el secreto del universo
se halla oculto en tu mirada,
  porque tú llenas
         de arte el vacío,
                porque en ti el mundo
                       cobra sentido.

Y yo en oscuro

                     Alzan el vuelo
       cientos de aves
a una,
   sin un sendero
            rasgando mares
                             de espuma.

                       Y yo en el centro,
                                  demente...
                              entre plumas:
                            negros puñales
                      que el viento arroja
              contra mi cuerpo carente
                    de protección alguna.
                             Miles de voces
                               lloran y gritan
                               en mi interior.
                          Veinte huracanes
                               soplan mi sien
                                 sin dirección.

Y yo en el centro,
                en oscuro,
                       me mareo.
                                    Giro,
       doy vueltas sin sentido.
                                    Giro,
          entre vientos helados
   que arañan mis brazos,
que arrancan mi piel
      a pedazos.

Lenguas de hielo
distantes, heladas,
besan mis manos,
              mi pecho,
                    mi cuello,
                         mi cara,
muerden mi ser
a dentelladas.
Lenguas de hielo
              punzantes, agudas,
como columnas de un cielo
              que se derrumba.

Vigas de sed
que, incapaces de aguantar un techo,
soportan el peso
de un alma de niña
en un cuerpo de mujer
                              dolorido,
                      fustigado,
        agotado,
        sangriento,
                      abierto,
                              casi muerto,
en el que las caricias ausentes
dejan surcos carmesí.

Y yo en oscuro
me alzo desnuda
en mitad de la nada
a la que he sido arrojada.
Desde el centro
del huracán
avanzo en contra
del mismo viento
que un día me enseñó a volar
y hoy me vuelve la espalda,
convertido en vendaval,
me roba las alas,
me quita la vida.
Mil partículas de arena
me lamen la piel
abriendo mis heridas,
cerrándome la huida.

                 Y llega al fin
                 la ansiada calma,
                 pero no puedo dormir.
                 Y yo, a solas,
                 calmo mi alma
                 porque se que nadie
                 lo hará por mí.

Y yo en oscuro
                         me desplomo,
                         me desmayo,
y en mi interior
                         sigo girando,
                    sigo muriendo,
             sigo en oscuro,
    en blanco y negro.
Porque veinte huracanes
son muchos
              para un solo cerebro
y pocos
para un corazón herido.

Y amaneció

Es de noche, primavera,
entre amigos ya dormidos
se nos fue el anochecer
y ahora solos, bajo el cielo,
tu voz acaricia mi oído...
tantas veces escuché
de tus labios la canción
que ahora gira entre los dos...
pero esta noche mi mente
no entiende más melodía
que la que vibra en tu interior.
Para nosotros el tiempo
se ha detenido
no sé cuándo se paró
ni cuándo empezó a contar,
pero Venus nos halló
calentándonos las manos,
ahuyentando el frío.

Y amaneció.

Ya han despertado las aves,
se confunde tu silbar
con su silbar.
Se eleva ya la gran ciudad
teñida de un rojo fugaz
y nuestras mentes que volaban
entre estrellas y canciones
deben volver,
dejar de soñar
y descansar.
La realidad
nos rodea
pero aún
no la vemos.
Ya es de día,
dulces sueños,
esta noche
nos veremos.

Estrella

Estrella
que guías mis pasos,
estrella
que intentas nacer,
tú que habitas mis sueños,
tú que reflejas mi ser.
Tal vez tú entiendas
lo que es arder.
Tal vez tú entiendas
que soy de humo
y sólo vivo
cuando me consumo.

Solo un...

Solo un semidiós
puede conocer,
            sin ser yo,
los secretos,
los recodos,
                   de mi interior.
Mas solo un humano es capaz
de enseñarme a volar
con las alas
                   del corazón.
Y solo un poeta
comprenderá
mi alma y mis versos,
            mi ser.

Sobre letras

Escribo sobre letras
que ya han sido escritas
soñando sobre las cabezas
de quienes las escribieron,
de quienes, como yo,
pusieron
su entusiasmo e ingenio,
su alegría,
su tiempo de sueños,
sus noches,
sus días,
imaginando un universo
paralelo,
creando mentiras
que dan realidad
a nuestra vida.
Mentiras con nombre
en las que me sumerjo
hasta sentirme.
Mentiras puente
entre un mundo de números
y uno de gente.
Mentiras que serán verdad
por un par de noches
y luego se irán
se esfumarán
y nadie se acuerda,
nadie las conoce.

¿Cómo será?

Cómo será tener la mente apagada
cómo será no pensar en nada,
cómo será no sentir esa fuerza
que mueve montes y mareas
empujándote hacia fuera,
obligándote a crear
para aliviar
la presión
interior.

Cómo será no oír tu voz
en cada piedra,
en cada nube,
en cada huella,
gritándote que lo dejes todo
y sigas tu estrella.

¿Cómo será conocer las respuestas
                                a mis preguntas?

Sueño

Sueño.
Bajo un universo nublado que no permite que la luz de las estrellas acaricie mi rostro.

Sueño
Entre ataques repentinos de un Eolo casi dormido que lucha contra su sueño y contra los míos.

Sueño.
Sobre cuerpos que nunca paran y mentes embriagadas que ríen alienadas creyendo ser felices.

Sueño.
Solo eso.

Plumas

Yo necesito
plumas ligeras
para volar
rompiendo barreras.
Vivo en el mundo
en dos dividida,
y solo soy uno
al escribir poesía.

Yo necesito plumas ligeras
que corran sobre el papel
como libres gacelas,
plumas de tinta
llenas de voces
que escriban mi alma
en versos veloces
mudando inmortales
instantes que nadie conoce.

Yo necesito plumas ligeras
como agujas de costurera,
que cosan los pedazos
de mi alma agrietada,
porque sin ellas me rompo,
porque sin plumas yo
                 no soy nada.

Dónde

Dónde hallar un alma
que escuche mi débil murmullo,
dónde aquel que sepa
hablar el lenguaje del mundo.
Dónde está quien tanto busco,
aquel que a mi “yo” más profundo
se asemeja,
que siente
                  como yo,
vibrar el alma
de la gente en su interior.
Que desata
                  su locura
dejándola volar
entre flores
                  de otra realidad
y la controla,
la sujeta,
si sola se desvía
trasladándola al papel,
haciéndola poesía.
Dónde aquel que sienta,
dónde aquel que entienda
que sin literatura
sería dos, no una,
pues mi alma se dividiría
en pedazos sin sentido
y yo,
           ya no viviría.

Urbe brillante

Urbe vacía de voces sin nombre,
gentes que gritan sin saber por qué
y no son ellos, su voz sólo es
la que escapa y entre calles se esconde.

Tus blancas avenidas de hormigón
ciegan mis ojos con su luz robada
que entre espejos y cristales resbala
eclipsando en su arrogancia al propio sol.

Tus pulidas paredes verticales
no dan cobijo a esos locos peregrinos,
sabios de un mundo ya desaparecido,
que aprenden en el viento cien verdades:
viajeros nómadas sin un destino
que no necesitan de las ciudades.

¿Qué es lo que me hace ser yo?

Viene y va,
huye y vuelve,
no sé cuándo se irá,
no sé cuando volverá.
Silencioso se escapa
siseando entre las sábanas
sueños de humo, imposibles
que se antojan a mi mente
nítidos, consistentes.

Sale de mí,
me siento morir
vacía
         quieta
                   en silencio
                               dormida.

Vuelve en un instante
cuando menos lo espero,
me daña, me golpea,
me hace sufrir,
              me hace llorar,
despierta mis sentidos
hasta ahora dormidos.

Y esta carcasa muerta,
autómata de mente alerta
e imaginación podrida,
vuelve a rezumar vida.

Y vuelvo a ser yo
quien habita este cuerpo,
quien piensa en azul
y siente en rojo,
quien descubre un mundo
en cada mirada
y entiende una vida
en una palabra.

Vuelvo a ser yo.

Latigazo

Me lleva
me arrastra
atrae mi
               mirada.
Imán de energía
lo siento llegar,
lo veo partir
y algo en mi interior
              tira de mí,
              tira hacia sí.
Nos une una fuerza
que él parece
no sentir
y es en mí tan intensa
que me arranca de mí
dejando mi cuerpo
              vacío,
              sin fuerza,
              muerto,
carente de vida.

Es entonces
que le pierdo,
desaparece,
no siento en mí
               su energía
y mi alma aturdida,
como un elástico
estirado al máximo,
se abalanza acelerada
a mi interior seguro
golpeando en un latigazo
mi rostro mojado.

Paranoyas

Vivo en un mundo de cojín,
                                                de plumas,
vivo rodeada
de puertas cerradas,
                                   mirillas abiertas,
ángeles cautivos
que pasan por mis ojos
y recorren de espaldas
caminos sin cerrojos
libres de ataduras.
Cojo un lápiz y no encuentro
el hogar de los sueños
que vuelan y no quieren rendirse
a palabras sin sentido,
que todo el mundo está vacío
y ya no entiendo
                              corazones,
miradas subverticias
que esconden un mundo,
                                           o la nada,
                                           o un sueño,
                  fantasía inventada.

Todo es nube, nada queda
cuando baja la marea
se hunden mis pies
en arenas prohibidas,
blandas orillas.
Me hundo en mares
de colores e ideas
y nunca llego al fondo
porque no sé dónde está,
puede que haya llegado ya
y aun no lo sepa,
pero sigo hundiéndome
en platos de sopa.

Soy un clavo que asoma
entre maderas podridas
sin poder amarrarlas,
viendo cómo el martillo de la espera
destroza mi cabeza.
Voy a estallar en mil pedazos,
voy a saltar a otro mundo,
                                           mi mundo,
voy a ser otro, a ser paloma,
león, ciervo o pirata.

La cadencia
de un ritmo
sin sentido
empuja
mis sienes
al vacío.

Quiero escapar del huracán
que no deja que piense
mi verdad.
Sólo pienso mentiras y pájaros
que vuelan y se van
sin haberlos conocido.
Y así se ha ido todo,
la manta que me cubrió
se ha deshilachado,
ha desaparecido,
y el frío de tus labios
lo he perdido.

Soy un punto entre las
estrellas
que ha sido olvidado
por los vivos.
Soy muerto, estoy vivo,
Pero no soy yo quien escribo
                                ¿o no escribo?
                               Solo espero, espero,
y me muero,
poco a poco,
                        en silencio,
viendo cómo los árboles
se despiden de sus amigos.

Muro

Me pierdo entre cabezas
ya no sé que pensar,
                qué sentir,
no controlo lo que pasa
no sé si vivo o sueño,
si vivo un sueño
o sueño que vivo
lo que sueño.
Ya no entiendo
cada gesto,
no controlo
sentimientos
que sólo existen
en mi mente,
necesito
             un intérprete
que me explique
qué está pasando
a mi alrededor,
porque mis ojos
ya no ven el alma
de los hombres,
porque no consigo
leer pensamientos,
porque se han dormido
mis sentidos
y los libros abiertos
que antes leía
en una mirada
están borrosos,
porque ha aparecido
un muro de ladrillo
impenetrable,
incomprensible
con una puerta abierta
por la que ya no sé si veo
                              o sueño.

Lo que nadie puede ver

Mi mente se despega
se sumerge,
no me espera,
y yo corro
tras de mí,
persigo pensamientos
me persigo y no me llego,
jamás un torbellino
tan lleno, tan vivo,
sacudió mi alma,
confundió mi mente,
porque he sentido
el mundo entero
en mi interior,
porque he visto
lo que soy,
lo que nadie
puede ver.
Y tengo miedo.