saciando en él mi sed,
su rítmico cantar
es parte de mi ser.
Con los años su voz
me moldea el alma,
y nace en mi interior
una profunda calma.
Pero es mi corazón
quien mueve las mareas,
incansable motor
que empuja y acelera.
Un bote de cristal
repleto de emociones
que escapan al mirar,
volando en mil canciones.