Toreo

Corre la bestia asustada
sin saber a dónde ha ido,
se apartó de la manada,
la guiaron al tendido.

Entre pases y capotes
en su orgullo le han herido,
va frenando ya su trote,
rojo el lomo estremecido.

Y al sentir fría la espada
hasta el puño bien clavada,
en él la vida se apaga
cada suspiro que exhala.




La bella estrella

Crece una estrella,
nace a la vida,
y en compañía
hoy somos ella,
es tuya y mía.

De punta a punta
el caminar
la hace brillar,
se expande y junta,
al circular.

Queda en el centro
quieto un vacío,
y ahora que miro,
en él encuentro
el ritmo mío.

Late en el hueco
un corazón
y es su emoción
inmóvil eco
de una canción.

De la cabeza
hasta los pies,
la estrella es
toda belleza
cuando la ves.



El pueblo que nunca había tenido

Soltando cabos,
saltando a un mar
de pardos prados
y sol sin par.
Rutina a un lado,
no busco más,
que ya he encontrado
dónde arribar.

Encaramada a una almena
sobre este pueblo dormido
mi alma queda se eleva
sin ver las calles que miro.
Pues en mi se ha metido
el horizonte expandido,
sin saber, lo he hecho mío
en esta tarde de estío.



Fluyendo despacio

Fluyendo despacio
mi alma se amolda al espacio,
me envuelve un abrazo,
flotando me siguen mis pasos.
Fugaz melodía
que me arrastra cada día,
la vida camina
fundiendo su voz con la mía.



Nombrando lo innombrable

Poniendo un manto finito
a aquello que no tiene fin
lo nombro y delimito,
lo encierro en un redil,
y así permito
que todo mi entorno
comprenda una idea completa
palpando los contornos
de su silueta.




Hueco entre paredes

No es su tupida urdimbre
ni lo hermoso de sus mimbres,
es el vacío entre estos
el que embellece al cesto.

No importa en realidad
cuán altos muros eleves,
lo que crea un hogar
es el hueco entre paredes.

Así el cuerpo
abre un espacio interior,
y queda muerto
sin “yo” que le de calor.



Verano en Turégano

Plácido yace al sol
polvoriento el camino,
sin sombra, sin color,
agrietado de olvido.

Gemelo el torreón,
vigilante castillo,
su historia se perdió
diluyendo los siglos.

Sin par desolación
de marrón y amarillo,
silencio inspirador
donde hablan los grillos.

Su trémula canción
todo deja dormido,
descanso del dragón,
pueblo antiguo y tranquilo.



La playa en mí

                 Sentir mi melena
                        disuelta en el mar,
                                pisar en la arena,
                         dejar que la sal
                 penetre mis venas
                          y el disco solar
                              me bañe en su rueda,
                           me llene de mar.



Tocando el infinito

Tocan mis dedos
el infinito,
apenas puedo
volcarlo escrito.

Con ellos vuelo,
me siento enorme,
de vuelta al suelo
soy más que un hombre.

Y entonces llego
del otro lado,
el mismo y nuevo,
algo ha cambiado.

En mí me encuentro
quedo parado.
Ahora mi cuerpo
está centrado.



Sin miedo

Saltar sin pensar
que pueda fallar
esa cuerda de seguridad.
Soñar sin creer
que el sueño tal vez
se pueda un día desvanecer.

Volar sin temer
que el suelo a tus pies
se vaya a caer.
Vivir sin frenar
la fuerza del mar
que te hace avanzar.



Sin pluma que la escriba

Vuela entre sombras perdida,
tenue canción que me mira,
busca pluma que la escriba,
que le otorgue cuerpo y vida,
sin mi, se esfumaría,
y entonces… ¿dónde iría?

Dónde van los poemas
que no encuentran papel,
dónde duerme su idea.
Dime dónde se queda,
que tal vez yo pueda
vestirles su piel.



Profesión

Venimos con un cometido,
un trabajo a realizar,
que dejamos en el olvido
por ganarnos el jornal.

No importa cuánto he ahorrado,
nada es el capital,
tan solo el haber trabajado
me permite descansar.

Más allá de obligación
y de la necesidad,
escuchando al corazón,
mi meta debo encontrar.