Paranoyas

Vivo en un mundo de cojín,
                                                de plumas,
vivo rodeada
de puertas cerradas,
                                   mirillas abiertas,
ángeles cautivos
que pasan por mis ojos
y recorren de espaldas
caminos sin cerrojos
libres de ataduras.
Cojo un lápiz y no encuentro
el hogar de los sueños
que vuelan y no quieren rendirse
a palabras sin sentido,
que todo el mundo está vacío
y ya no entiendo
                              corazones,
miradas subverticias
que esconden un mundo,
                                           o la nada,
                                           o un sueño,
                  fantasía inventada.

Todo es nube, nada queda
cuando baja la marea
se hunden mis pies
en arenas prohibidas,
blandas orillas.
Me hundo en mares
de colores e ideas
y nunca llego al fondo
porque no sé dónde está,
puede que haya llegado ya
y aun no lo sepa,
pero sigo hundiéndome
en platos de sopa.

Soy un clavo que asoma
entre maderas podridas
sin poder amarrarlas,
viendo cómo el martillo de la espera
destroza mi cabeza.
Voy a estallar en mil pedazos,
voy a saltar a otro mundo,
                                           mi mundo,
voy a ser otro, a ser paloma,
león, ciervo o pirata.

La cadencia
de un ritmo
sin sentido
empuja
mis sienes
al vacío.

Quiero escapar del huracán
que no deja que piense
mi verdad.
Sólo pienso mentiras y pájaros
que vuelan y se van
sin haberlos conocido.
Y así se ha ido todo,
la manta que me cubrió
se ha deshilachado,
ha desaparecido,
y el frío de tus labios
lo he perdido.

Soy un punto entre las
estrellas
que ha sido olvidado
por los vivos.
Soy muerto, estoy vivo,
Pero no soy yo quien escribo
                                ¿o no escribo?
                               Solo espero, espero,
y me muero,
poco a poco,
                        en silencio,
viendo cómo los árboles
se despiden de sus amigos.

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