Estando el mundo sin nombre, vacío
nace un ser que da nombre bajo el cielo
a toda su tierra, al mundo entero,
que se cree único, desconocido.
Mas no es así, entre arbustos, escondidos,
unos ojos le observan con recelo
al ver aquellos ojos, siente miedo
de ver su mundo por ellos perdido.
¿Qué queréis, ojos extraños, de mí?
Sabed que no os daré mi libertad.
No miréis, iros ya lejos de aquí
que mi vida ya no es mía, se va.
Vosotros que sois iguales a mí
decid que soy distinto a los demás.