Escucha
el
ritmo de las eras
danzando
en
rápido fluir.
Escucha
tan
quieto como puedas
el
canto
continuo
del vivir.
Profundo
el
paso de tambor
que
marca
del
mundo el respirar.
Retumbo
sintiendo
su fragor
que
arranca
en
mi alma al caminar.
Floto
inconsciente,
dormido,
sin
saber realmente
dónde
he ido.
De
repente,
un
sonido.
Yo
lo sigo,
como
un hilo,
hasta
un lugar conocido.
Dejo
de estar perdido.
Cuerpo
y mente,
nuevamente,
se
han unido.
Cae
despacio la lluvia
mojando
la ciudad,
cae
y arrastra con ella
toda
suciedad.
Prístinas
relucen
las
calles encharcadas,
bajo
las capuchas
salpican
carcajadas.