Oye pequeña alondra
que con el sol despiertas,
no busques compañera
en aves nacidas tuertas.
Pues su medio sentido
les impide ver tu alma
y nunca serán
dignas de tus lágrimas.
Oye pequeño amigo
que vuelas de mañana,
no busques cobijo
en un rayo de plata.
Pues si bien, por la noche
su belleza te mece,
te abandona en el bosque
tan pronto amanece.
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