Podemos distinguir tres clases de conocimiento diferentes:
La opinión
es algo que cualquiera puede sostener sin que necesariamente piense que es
cierto. Yo puedo opinar que mañana va a llover, pero no me sorprenderé si hace
sol, porque no tengo la certeza de que vaya a ocurrir lo que he dicho.
Solamente
cuando vemos una opinión como verdadera, es decir cuando pensamos que se ajusta
a la realidad, que nos desvela algo tal como es, esta opinión pasa a ser una
creencia. Las creencias son mucho más fuertes que las opiniones, son ideas por
las que la gente lucha e incluso llega a dar su vida gustoso, sabiendo que
muere defendiendo la verdad.
Para que una
idea pase de considerarse una creencia a ser un conocimiento, además de ser verdad, debe estar justificada,
es decir, debe poder explicarse de forma que cualquiera pueda entenderla, debe
poder ser experimentada por cualquier persona que lo desee.
Son muchos
los que consideran que el verdadero conocimiento, tal y como lo acabamos de
describir, es exclusividad de la ciencia, que el método científico es la única
vía posible para llegar a él.
Como física,
muchas veces me he encontrado con gente que me pide que le explique la paradoja
del gato de Schrödinger, o la dualidad onda-corpúsculo… ¡o incluso en qué
consiste “eso de la teoría de la relatividad”!
Si la
persona que pregunta no es muy quisquillosa, se le puede dar una explicación un
tanto vaga y queda satisfecha su curiosidad, pero si nos topamos con alguien de
gran curiosidad, aunque sin base científica… inevitablemente llegará un punto
en el que tendremos que decirle que eso se lo tiene que “creer” porque ahondar
más supondría meterse en camisa de once varas.
Ocurre lo
mismo en la sociedad en general, en cada materia son unos pocos los científicos
que realmente entienden las grandes teorías y contribuyen a su desarrollo, sin
embargo el grueso de la sociedad cree que es cierto lo que esos científicos
dicen. ¿Por qué ocurre esto?
Sin la formación
adecuada, un lego en cualquier materia no puede pasar de la creencia al
verdadero conocimiento, sin embargo sabemos que hay un camino que todos
nosotros podríamos recorrer si lo deseásemos y que nos permitiría comprender y
experimentar los hechos necesarios para justificar nuestras creencias. Todos podríamos
estudiar Física, Química o Biología si quisiésemos, pero no lo hacemos, nos
basta con saber que el camino está ahí, a nuestro alcance y que hay ciertas
personas que lo han recorrido. Nosotros simplemente creemos en lo que esas
personas, esos científicos expertos, dicen que han experimentado o comprendido.
Me parece
razonable y completamente normal que esto ocurra así, sería inviable una
sociedad en la que todos los individuos se hiciesen expertos en todas y cada
una de las materias. Pero quiero
resaltar el paralelismo existente entre esta estructura, que consideramos
lógica y normal y que sin embargo no socava la credibilidad del conocimiento
científico, y la estructura de las religiones.
En todas las
grandes religiones nos encontramos con una rama de la misma que pretende llegar
a las bases de esa religión. A los seguidores de estas ramas se les suele
llamar místicos y se caracterizan porque son personas que dicen haber tenido
experiencia directa de Dios. Si despojamos las diferentes religiones de las
“vestiduras” o historias con las que cada una de ellas intenta explicar al
pueblo la Verdad, nos encontraremos con que esas verdades subyacentes en cada
una de ellas, son muy parecidas entre si.
Tanto los
místicos cristianos, como los sufís del Islam,
y los seguidores del misticismo hindú o del budismo Mahayanico… explican
su experiencia de Dios de forma muy parecida y, lo que es más importante para
esta discusión: describen el camino a seguir para llegar a tener esa
experiencia.
Todo el que
quiera podrá por tanto seguir ese camino espiritual y llegar a experimentar lo
que los místicos explican.
Estaremos de
acuerdo ahora en que, al igual que no podemos tener una sociedad de científicos
expertos, tampoco podríamos tener una sociedad formada enteramente por
místicos. Una gran parte de la sociedad, deberá por tanto “creer” en lo que
esos místicos han experimentado, sabiendo que si lo desean, existe un camino
que pueden seguir para llegar ellos mismos a tal experiencia. Y así es
efectivamente como ocurre en todas las religiones, igual que como habíamos
visto, en el caso de la ciencia.
En vista de
esto, no puedo evitar preguntarme: ¿Cuál es la diferencia a nivel de conocimiento entre ciencia y religión?
¿Con qué derecho los científicos desestimamos cualquier conocimiento que no sea
científico?
Creo que
somos muy presuntuosos al aventurar que el verdadero conocimiento es
exclusividad de la ciencia y del método científico. Existen diferentes tipos de
conocimiento, cada uno con su respectivo método o forma de justificarse a si
mismo. No creo que podamos desterrar sin más otros tipos de conocimiento como
inferiores, solamente por el hecho de haber seguido nosotros el camino de la
ciencia. Deberíamos seguir primero el camino espiritual y llegar a esa
experiencia, a ese conocimiento, antes de poder opinar sobre él, mientras no lo
hagamos, nuestras ideas no serán más que opiniones o, a lo sumo creencias,
tanto para bien como para mal.
Tal vez no
queramos nosotros seguir ese camino, al igual que no todo el mundo estudia
hasta hacerse experto en una ciencia. Pero en ese caso deberíamos tener la
mente más abierta y no descartar sin más un conocimiento como falso o
injustificado tan solo porque no pertenezca a nuestra rama del saber.