Suelto mi mente
bajo un cielo
que se desploma
sobre mi cabeza.
El carbón ensucia
esta hoja
y limpia mis ojos
que escurren recuerdos
y dejan despojos.
Brotan de mi cuerpo
gotas de cristal
que brillan
en la noche
más que la luna llena
en el mar,
pues la luz que las mueve
es la misma
que me hace vivir,
la que alumbra mi mano
si me pongo a escribir.
Y entre luces tenues
y estrellados ocasos
despega mi mente
rompiendo en pedazos
todo cuanto ataba
mi cuerpo a mi cama,
porque ahora que existo
entre la vigilia y el sueño
soy un semidiós,
soy mi amo y mi dueño,
y mi mundo,
me queda pequeño.
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