Me sumerjo a fondo
en corazones ajenos
buscando en ellos
resquicios de mí.
Se abren ante mis ojos,
como libros,
espíritus dormidos,
doloridos,
repletos de frases
que ya he leído
y que ahora adquieren
mil nuevos sentidos.
Conozco cada ser y sus por qué,
comprendo cada gesto y mirada,
porque ahora ya
son parte de mi ser,
porque ahora ya
son uno con mi alma.
Y me temen si les digo
lo que sienten,
y se asustan si les muestro
su verdad,
y se ríen si les hablo
de soñar
pero son sus propios sueños,
y me dicen que les miento
y se alejan sonriendo
y yo me pregunto:
Por qué es tan difícil
sentir como siento,
por qué es imposible
mostrar a alguien
su propio adentro.
Por qué es tan extraño
saber a qué huele el aire
y a qué sabe la nada,
sentir el rugir del viento
en el corazón
y entre las manos el calor
de una mirada.
Por qué no oyen
vibrar los sueños
en sus entrañas.
Por qué el mundo no se conoce.
Cómo mostrar quién eres
a quien no sabe quién es él.
Si hoy las gentes,
en sus mundos de cristal,
viven sin soñar...
cómo hablarles de ideales
si no conocen su propia realidad.