Suave voz

Iba volando mi mente entre nubes,
cielos azules, canciones de cuna.
Suave Voz acarició mi oído:
"mira la luna"
Viajaba por mundos
imaginarios
volando entre flores
de Mayo pasado.
Brillante luz acarició mis ojos
sacándome de sueños
que nunca lo fueron.
Con los que no puedo
volver a soñar.
Suave Voz, acompaña mis sueños,
que tu luna es mi dios,
son tus labios los míos.
Mira en mi interior
tú que me conoces,
verás amor,
verás la noche.

Vivo en cien mundos

Veo cien mundos
en un instante
cien mundos nuevos
cien mundos de antes.
Mundos que esperan
que nazca vida
y otros cien mundos
agonizantes.

Mundos de mentes
que nunca han soñado,
mundos de niños
que nunca han llorado,
mundos de ojos secos
y corazones mojados.

En mundos muy ricos
grandes carencias.
Mundos de sangre
y de violencia
donde los juegos
son juegos de guerra
y donde nuestra alma
mojada nos pesa.

Mundos de locura
mundos de pasión
mundos que no tienen
una explicación.

Mundos virtuales
mundos imposibles
mundos irreales
mundos intangibles

Mundos de manos
y pies atados,
mundos de esclavos.
Mundos de gritos
que son acallados.
Mundos
de ojos cerrados.

Mundos de puertas
que se nos cierran,
sin un "perdón",
y lenguas muertas
que aun se aferran
a una canción.
Mundos de secretos
que se llevan
a la tumba,
mundos de parejas
que no llegan
a amarse nunca.

Mundos futuros
y pasados,
mundos buenos
mundos malos,
plagados de duelos,
de sogas al cuello,
corazones cerrados.

Mundos de ecos
que no han vivido
donde es un muñeco
tu mejor amigo

Mundos
de supuestos amigos
que no se conocen,
de rostros fingidos
y labios sin voces,
Mundos de flores
y mariposas
donde nadie sabe
cómo huelen las rosas.

Mundos sin espejos
donde nadie es como yo,
de gente que nace y muere
y jamás ha sostenido
la mirada de un amigo.

Regalo mundos,
pues tengo cientos
y yo con uno
vivo contento
Quiero un mundo de artistas,
de payasos, y de risas,
de amigos que se quieren
se conocen y comprenden,
un mundo de estrellas
y de zarigüeyas
donde pueda cantar
donde pueda jugar,
donde pueda crear
y pueda volar
un mundo de espejos
donde no haya secretos
un mundo pequeño
un mundo de sueños
un mundo de ensueño.

Llueve hacia arriba

Miles de gotas
caen al segundo
miles de vidas
dejan el mundo.
Agudas, punzantes
rasgan el aire
sin freno, sin madre
salpican a nadie.
Gotas brillantes
de un mundo lejano
de un mundo de dioses,
gigantes y enanos.
Gotas del cielo.

Sólo una gota
tan sólo una ráfaga
a contra corriente
la eleva velozmente.
Se va deshaciendo
desintegrando
la bombardean
la van matando.
Un mundo sin dioses
un mundo de gente
una sola gota
jamás les vence.
Gota de la tierra.

Se unen dos gotas
son dos contra miles
dos contra millones
casi ni se nota.
Mas la corriente
queda partida
se ha abierto el camino
se ha abierto la herida.
Luchar por la vida
no caer al suelo
buscan no estallar
en mil pedazos.
Cada vez son más
las gotas que suben,
llegan al cielo
y forman las nubes.
Gotas de vida.
Gotas unidas
no serán vencidas.

Duermo mirando las estrellas

Muero mirando
a mi alrededor
cráneos clonados
de grises muñecos
con negras corbatas.
Maniquíes que avanzan
sin dirección.
Calles sucias
con surcos en la calzada,
caminos de rutina
trazados por robots dormidos:
fríos metales
que nos engañan,
se transforman
en coches,
chinchetas,
cacharros,
mecheros,
Dioses de acero,
nos invaden
e irrumpen
en nuestro
corazón.
Duermo mirando las estrellas
para no ver siempre el mismo sol
que cada día se esconde
avergonzado por su visión.
Para ver almas en vez de cifras.
Para arañarle vida al tiempo
que fluye a través de las galaxias.
Para que su fuego
caliente los corazones
que aún no son de metal.

Contra los elementos

Estando la tierra seca, marchita, muerta
entre rocas subterráneas
resbala rauda la corriente
que traerá vida a la muerte.
Llano desierto de tierra, de barro, de piedra,
por ti corre el viento sin impedimento.
Bajo la atenta mirada de un Sol
implacable, seco, caliente,
que fustiga la tierra con sus rayos
abriendo en ella grietas de dolor,
de infertilidad, de muerte.

¿Quién desafiará a la muerte?

En medio del desierto, una blanca flor
lucha feroz por la supervivencia
desgarrando a su paso la piedra.
Sólo tres espinas
contra tierra, viento y fuego.
Mas tras una corta vida
es atraída por el suelo
cae sobre la tierra,
seca, marchita muerta.

Lloré

Con todo mi cuerpo y alma
lloré por desear la vida
cuando apenas sí llevaba
dos segundos
en el mundo.

Bajo un tejado de tela
lloré minutos y horas
por un amigo perdido
que levantaba castillos
hechos de sueños y arena.

Lloré por un pajarito
que, muerto de hambre y frío
enterramos en el patio
siendo niños.

Lloré de pena y amor
al ver un viejo peluche
bajo una capa de olvido
en el fondo de un cajón.

Lloré por la débil flor
que pisó mi enorme bota
y que ya nunca jamás
verá la luz del Sol.

Y lloré al dejar mi casa
mis recuerdos y mis miedos
para vivir aun más cerca
del viento.
Al crecer.

Lloré por todos los hombres
que, sin ser ciegos, no ven,
no ven llegar a la vida,
tan sólo la ven pasar.

Lloré tendida en mi cama
durante meses y años
cada noche
por la libertad perdida,
el comienzo de la vida,
la habilidad de hacer reír,
la imaginación censurada,
una canción no cantada
y por la sabiduría
que aún es desconocida.

Lloré por un gran amor
que cambió toda mi vida.
Por el que lloraré siempre.

También lloré de alegría
por la infinita belleza
al ver un amanecer
en lo alto de un castillo.

Y lloré viendo Tarzán
cuando una madre perdió
a su hijito gorila.

Lloré en silencio por dentro
leyendo un e-mail escrito
por alguien que estaba triste.

Y lloraré por tantas razones
que ahora no sabría explicar:

Por un perro muerto
por un niño herido
por un vagabundo feliz
por un poco de amor
por un anochecer
por una paloma blanca
por un sueño imposible
por ti.

La feria de la diversidad

Recuerdo una noche mágica
entre acróbatas, fieras, risas
y duendes.
Un cuento de hadas,
el sueño de un niño.
Ya no soy yo, somos nosotros.
Unidos por las manos
somos tres caras blancas
y una sola alma,
un solo corazón,
un solo ritmo.

De repente,
parte la compañía,
la noche nos acoge
en su baile de estrellas.

Cuarenta personas
invaden la calle.
Los niños nos miran,
somos seres mágicos
salidos de un cuento
salidos del circo.
Somos payasos y duendes...
somos acróbatas y fieras...

Un sólo sentimiento común:
la alegría.
Un solo mundo para todos:
la calle.

No te salves


 
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
 
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas,
entonces
no te quedes conmigo.
 
(Mario Benedetti)

Alma mojada

Está lloviendo en mi corazón
y mi alma calada,
caída a mis pies,
pesa en mi interior
como una gran losa
vieja y gris
que me amarra
a esta tierra mojada:
barro fértil
en el que hundo mi cuerpo
hasta formar uno
con el mundo,
hasta ser parte del universo
que se extingue a mi alrededor,
que se agota
bajo el peso de mi alma mojada.

Esta,
demasiado pesada para el universo,
demasiado ligera para mi cuerpo,
huye desesperada
en busca de un mundo nuevo,
en busca de un barro fértil
en el cual hundirse
hasta formar uno con el mundo,
hasta ser parte de un universo
que la acepte,
que la entienda,
que la quiera.

Pasa la gente

Pasa
corriendo la gente,
pasa
cerrando su mente.
Pasan sin ver las flores,
pasan sin ver colores,
pasan dormidos, aburridos,
pasan sin mirar el mundo
pasan perdidos por todo.
Pasan.