En el centro

De aire son hoy mis huesos,
como es de aire mi pensamiento,
soy todo vientos espesos
que se revuelven cada momento,
y yo me alzo sin miedo
me yergo firme en mi propio centro,
pues soy yo mismo quien vuelo
y quien escucho desde mi adentro.



Forjando mi nueva forma

En largos caminos brilla
la luz que mi ser transforma
y toda firmeza torna
en tan singular semilla
que crece y a mí retorna,
pues todo actuar moral
trasciende la muerta norma,
fluyendo en fuerza vital
que forja mi nueva forma.



Me pierdo para hallarme

Despliega, ¡oh veloz aventurera!
las alas que te llevan por la vida
y siente bajo ellas cada día
la dicha de esta verde primavera,
que cada año empieza y se renueva,
preñada de semillas y alegría,
logrando que esta inquieta alma mía
se disuelva en el mundo que la lleva.

Es así que me pierdo para hallarme
en la luz y el calor de mis sentidos,
extendiendo mi ser hasta olvidarme…
Y en estando mi yo, solo y perdido,
tan solo mi pensar puede guiarme,
devolviéndome a un cuerpo renacido.



Nada queda

Canta pequeño,
que la vida vuela,
vive tus sueños,
porque nada queda.

Busca y escucha,
que quien hoy se aferra,
acumula y lucha...
nada al fin se lleva.



Carcajada

Brincando entre hojas
que revolotean,
mi ser se despoja
y libre se eleva.
Sin par carcajada,
limpia y cristalina,
que llena la nada
y todo ilumina.



Al servicio

Me pongo al servicio
de un bien superior,
proyecto que inicio
con duda y temor.

En cada resquicio
mi sangre y sudor,
ganando prestigio
a base de amor.

Soñando que un día
consiga arrancar,
hoy busco una vía
por dónde avanzar.

Eterna alegría
me impulsa a lograr
llenarlo de vida,
ser faro de paz.


Biografía del silencio

En el jardín de la maravilla
mi fiel conciencia despierta brilla
iluminando las vastedades
de mis dominios y soledades.
Y son tan amplias praderas,
que trascienden las edades,
uniendo cielos y tierras
con las llamas de mis mares.

Mas yo sigo la vereda
que me muestran mis andares,
porque sé que el alma lleva
en silencio cuanto sabe.



Renacer

Debo morir
para nacer,
soltar, rendir,
mi propio ser,
metamorfosis del ceder,
que empaña cada anochecer,
caigo pesado en los abismos
de las tinieblas sin saber,
que aunque cambiado, soy yo mismo,
el que comienza a comprender,
el que avanza sin dudar
camino a un nuevo amanecer,
el que puede iluminar
la senda que he de recorrer.



Iglesia de Santiago (Turégano)

Bajo el límpido cielo
de las tardes de mayo,
con su impar claqueteo
habita el campanario.

Solitaria cigüeña
que abandona su nido
sobre un pueblo que sueña,
entre muerto y dormido.

Alimenta el pilón
el murmullo de un río
anunciando el calor
de las noches de estío.

Dos cipreses custodian
un Santiago a caballo,
fiel guardián de la memoria,
año, tras año.



Incipiente primavera

Luce el sol entre las ramas,
incipiente primavera,
rumor de un río que mana,
cae la tarde en la chopera.