Despliega,
¡oh veloz aventurera!
las
alas que te llevan por la vida
y
siente bajo ellas cada día
la
dicha de esta verde primavera,
que
cada año empieza y se renueva,
preñada
de semillas y alegría,
logrando
que esta inquieta alma mía
se
disuelva en el mundo que la lleva.
Es
así que me pierdo para hallarme
en
la luz y el calor de mis sentidos,
extendiendo
mi ser hasta olvidarme…
Y
en estando mi yo, solo y perdido,
tan
solo mi pensar puede guiarme,
devolviéndome
a un cuerpo renacido.