A solas
despierto en la urbe,
vacío que todo lo
cubre,
mi antigua
rutina aún duerme,
carcasa que el
eco devuelve.
Y no me sirve ya
la vida
que hasta ayer
sentí tan mía,
mas no sé dónde
he de buscar
un nuevo mundo
que habitar.
Voy gritando en
las esquinas
por si alguien
puede escuchar:
“Necesito un
compañero
que me ayude a
desterrar
las frías fauces
del miedo
que muerde la
soledad.”
Debo encender la
llama
que mi interior
inflama,
que su luz me
ayude a encontrar
en esta vigilia
un igual.
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