Tienen las murallas
de un pueblo dormido
color de batallas
que nunca ha vivido.
Crepita el silencio
de esta noche cerrada
en que pierdo el aliento
al llegar la mañana.
Pues es el rocío
de la madrugada
callado testigo
de todo y de nada.
Despierto y me miro
sin verme la cara
y voy descubriendo
qué muros me ataban.
Observo las piedras
que me aprisionaban,
y cuando yo quiera
caerán derrumbadas.
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