Acostumbraba a jugar
con los otros chiquillos,
a guardarse piedras
en los bolsillos,
a correr por los prados
sin llevar reloj
y volver pa su casa
al ponerse el sol.
Acostumbraba a ser libre
sin pensar en ello,
a fumar a escondidas
en la plaza del pueblo,
a ser un cachorro
sin cadena al cuello.
Pero un día, sin avisar,
se mudaron a la ciudad,
le pusieron un uniforme nuevo
que no podía manchar,
le cortaron el pelo
y la libertad.
Encerrado entre cuatro paredes
pasaba la semana
haciendo los deberes,
soñando con la montaña.
Acostumbraba a ser libre
sin pensar en ello,
a fumar a escondidas
en la plaza del pueblo,
a ser un cachorro
sin cadena al cuello.
Pero un día, sin avisar,
se mudaron a la ciudad,
le pusieron un uniforme nuevo
que no podía manchar,
le cortaron el pelo
y la libertad.
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