Ahora que sé
que existen huracanes,
aunque yo nunca los tuve,
ahora que sé
que hay quien caza tornados,
aunque yo nunca pude,
ahora que mi alma
alza pesada el vuelo
sin un viento que la ayude,
pidiendo con cada batir
de sus blancas alas
una tormenta sin fin
que la saque de la nada
y la devuelva a la vida.
Ahora que el mundo
me vuelve a quedar pequeño,
ahora que no es sólo un sueño.
¿Seré capaz de volar por siempre
en la brisa que un día cacé
creyéndola suficiente?
Esa brisa que hoy
ya no empuja mi mente,
tan sólo la reconforta,
la calma
la mata.
¿Seré capaz de no huir
en busca de algo diferente,
en busca de un soplo más fuerte?
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