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Toda ciencia trascendiendo


Coplas del mismo. Hechas sobre un éxtasis de harta contemplación.
(San Juan de la Cruz)

Entreme donde no supe,
y quédeme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
Yo no supe dónde entraba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado
que me quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
Cuanto más alto sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
 
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
 
Y si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.


Traza tu própio camino

"Nuestro tiempo aquí es limitado, así que no lo gastemos viviendo la vida de otro. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás, ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. De algún modo saben lo que realmente tú quieres ser..."

(Steve Jobs)

Alegoría del carruaje

(Jorge Bucay)


Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice:
- Sal a la calle que hay un regalo para ti.
Entusiasmado, salgo y me encuentro con el regalo. Es un precioso
carruaje estacionado justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de
nogal barnizada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo
muy fino, muy elegante. Abro la portezuela de la cabina y subo. Un
gran asiento semicircular forrado en pana y unos visillos de encaje
blanco le dan un toque de realeza. Me siento y me doy cuenta que
todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las
piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no
hay lugar para nadie más.



Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi casa,
del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué maravilla este regalo!
Qué bien, qué bonito". Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.

Al rato empiezo a aburrirme: lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo. Me pregunto: "¿Cuánto tiempo puede uno ver las mismas cosas?". Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada. De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome:
-¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?
Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.
-Le faltan los caballos -me dice antes que llegue a preguntarle.
"Por eso, veo siempre lo mismo -pienso- por eso me parece aburrido."

-Cierto -digo yo.
Entonces voy hasta el establo que hay en la estación y le ato dos caballos al
carruaje. Me subo otra vez y desde adentro grito:
-¡Eaaa!.

El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende. Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración y a advertir el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.
Son los caballos que me conducen por caminos terribles; pasan por todos los hoyos, se suben a las banquetas, me llevan por barrios peligrosos. Me doy cuenta que yo no tengo ningún control; los caballos me arrastran por donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy bonito, pero al final siento que es muy peligroso.
Comienzo a asustarme y a darme cuenta de que esto tampoco sirve. En ese momento, veo a mi vecino que pasa por ahí cerca en su coche. Lo insulto: -¡Qué me hizo!
Me grita: -¡Te falta el cochero!
-¡Ah! -digo yo.
Con gran dificultad y con su ayuda, logro hacer que los caballos se detengan y
decido contratar a un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un
hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.

Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde quiero ir. Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta. Yo... Yo disfruto el viaje.


                             .........


Esta pequeña alegoría debería servirnos para entender el concepto holístico del ser.
Hemos nacido, salido de nuestra "casa" y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo. Un carruaje diseñado especialmente para cada uno de nosotros. Un vehículo capaz de adaptarse a los cambios con el paso del tiempo, pero que será el mismo durante todo el viaje.
A poco de nacer, nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje -el cuerpo- no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.
Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llevaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es cuando aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente. Ese cochero dirigirá nuestro avance.


Hay que saber que cada uno de nosotros es, por lo menos, los tres personajes que intervienen allí. Tú eres el carruaje, eres los caballos y eres el cochero durante todo el camino, que es tu propia vida. La armonía deberás construirla con todas estas partes, sin descuidar a ninguno de estos tres protagonistas.
Dejar que tu cuerpo sea llevado sólo por tus impulsos, tus afectos o tus pasiones puede ser y es sumamente peligroso. Es decir, necesitas de tu cabeza para ejercer cierto orden en tu vida.
El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos. No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque.... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de ti si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo ¿cómo sería la vida? Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente, tampoco puedes descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el trayecto. Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje.


Justo cuando puedo incorporar esto, cuando sé que soy mi cuerpo, mi dolor de cabeza y mi sensación de apetito, que soy mis ganas y mis deseos y mis instintos que soy además mis reflexiones y mi mente pensante y mis experiencias... Justo en este momento estoy en condiciones de empezar, equipado, este camino, que es el que hoy decido para mí.




Mercenarios sin bravura

“[…] ¡Ah, los malditos chuchos!... ¡Mercenarios famélicos del enemigo!, ¡viles soplones de nuestro rastro y nuestra presencia!... ¡Cuánto os odio, traidores a las especies animales que no quisieron verse esclavizadas por el hombre!...

¿Es que no sentís la llamada de la libertad y del campo abierto?

Cuando en la suelta os desatan la collera infamante y os dejan francas las anchuras de la sierra infinita para correr, ¿no envidiáis a vuestro hermano el lobo que, aunque padezca hambres y miserias, es independiente y a su albedrío danza por cumbres y por valles?

No comprendo cómo, al final de vuestra tarea delatora, regresáis mansos a la llamada ronca de la caracola que os convoca de nuevo para encadenaros… Pero, sí. Sí lo entiendo. Volvéis porque os aguarda el jornal miserable; la corraliza infecta de la casa de labor donde pagan con macizos panes el esfuerzo empleado. Bien os va… ¡Enhorabuena!

¡Enhorabuena!, pero no os envidio. Ignoráis la suprema belleza de los amaneceres limpios y las tardes serenas. El regalo de la independencia absoluta, sin amos ni servidumbres. La alegría sencilla del vivir para uno mismo con los instintos desplegados al viento de la libertad…

Y lo mismo os digo, sarnosos mulos, escurridos jamelgos, grotescos borricos que prestáis vuestro músculo imbécil a la malicia del tirano. ¿Os compensa la mísera ración de mala paja el sabor del zurriagazo picante con que os acarician; de las mataduras con que sangra vuestro pellejo bajo el roce de correas y sogas de los cueros y las cinchas de vuestro atavío de siervos?

Sufrid sin queja, aduladores mansos. Los golpes que llueven sobre vuestros polvorientos lomos, merecido premio son a la conformidad otorgada al egoísmo de los hombres, y bien hacen ellos en medir con flexibles varas de fresno la hondura de vuestra sumisión.

¡Que os vapuleen!, no os compadecemos, mercenarios sin bravura y sin ira. […]”


(Fragmento del libro "Solitario" de Jaime de Foxa, puesto en boca de un jabalí salvaje)










Ítaca

Cuando salgas de viaje para Ítaca,
desea que el camino sea largo,
colmado de aventuras, de experiencias colmado.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al irascible Posidón no temas,
pues nunca encuentros tales tendrás en tu camino,
si tu pensamiento se mantiene alto, si una exquisita
emoción te toca cuerpo y alma.
A los lestrigones y a los cíclopes,
al fiero Posidón no encontrarás,
a no ser que los lleves ya en tu alma,
a no ser que tu alma los ponga en pie ante ti.

Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que -¡y con qué alegre placer!-
entres en puertos que ves por vez primera.
Detente en los mercados fenicios
para adquirir sus bellas mercancías,
madreperlas y nácares, ébanos y ámbares,
y voluptuosos perfumes de todas las clases,
todos los voluptuosos perfumes que te sean posibles.
Y vete a muchas ciudades de Egipto
y aprende, aprende de los sabios.

Mantén siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que viejo al fin arribes a la isla,
rico por todas las ganancias de tu viaje,
sin esperar que Ítaca te va a ofrecer riquezas.

Ítaca te ha dado un viaje hermoso.
Sin ella no te habrías puesto en marcha.
Pero no tiene ya más que ofrecerte.

Aunque la encuentres pobre, Ítaca de ti no se ha burlado.
Convertido en tan sabio, y con tanta experiencia,
ya habrás comprendido el significado de las Ítacas.

(Poema de Konstantinos Kavafis)

Tao Te King

XI

Treinta radios convergen en el centro de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.

Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.

Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa,
y es el vacío
lo que permite habitarla.

En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.


XXXIII

Quien conoce a otros, es inteligente.
Quien se conoce a sí mismo, es iluminado.
Quien vence a otros, es fuerte.
Quien se vence así mismo, tiene la fuerza del alma.
Quien se contenta, es rico.
Quien se esfuerza en hacer, tiene voluntad.

Quien permanece en su lugar, vive mucho tiempo.
Quien está muerto sin estar desaparecido, alcanza la inmortalidad.


(Lao Tse)

Juramento de la Guardia de la Noche

Escuchad mis palabras, sed testigos de mi juramento:
La noches se avecina, ahora comienza mi guardia.
No terminará hasta el día de mi muerte.
No tomaré esposa, no poseeré tierras, no engendraré hijos.
No llevaré corona, no alcanzaré la gloria,
viviré y moriré en mi puesto.
Soy la espada en la oscuridad,
el vigilante del Muro.
Soy el fuego que arde contra el frío,
la luz que trae el amanecer,
el cuerno que despierta a los durmientes,
el escudo que defiende a los reinos de los hombres.
Entrego mi honor y mi vida a la Guardia de la Noche,
durante esta noche y todas las que estén por venir.

("Canción de hielo y fuego" de George R. R. Martin)


El club de los poetas muertos

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...
 
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.
 
No dejes nunca de soñar, porque en sueños son libres hombres y mujeres.No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes, huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”, dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer poesías bellas de pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro, y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de los que nos precedieron, de nuestros poetas muertos, te ayudan a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los poetas vivos.
 
(Walt Whitman)

No, gracias

 
Pues bien, ese es mi vicio
me gusta provocar, adoro ese suplicio.
¿Qué quieres que haga, buscarme un protector?
¿un amo tal vez?
¿y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina y con adulación,
cambiar de camisa
para obtener posición?
 
¡No gracias!
 
¿Dedicar si viene al caso
versos a los banqueros,
convertirme en payaso,
adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?
 
¡No gracias!
 
¿Desayunar cada día un sapo,
tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
 
¡No gracias!
 
¿Adular el talento de los canelos,
vivir atemorizado por infames dineros
y repetir sin tregua:
“Señores soy un loro
quiero ver mi nombre escrito en letras de oro”?
 
¡No gracias!
 
¿Sentir terror a los anatemas,
preferir las calumnias a los poemas
coleccionar medallas
urdir falacias?
 
¡No gracias! ¡No gracias! ¡No gracias!
 
Pero cantar, soñar, reír,
vivir, estar solo, ser libre,
tener el ojo avizor,
la voz que vibre,
ponerme por sombrero el universo
por un sí o por un no,
batirme,
o hacer un verso.
Despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación… a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
renunciar a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto,
pero solo.
 
(Cyrano de Berguerac, de Edmond Rostand)

Jerarquía alienígena

(por Valentine Wiggin, personaje de "El juego de Ender" de Orson Scorr Card)

La Jerarquía de Alienígenas es un concepto de la saga de Ender, unas novelas escritas por Orson Scott Card. Esta jerarquia clasifica las relaciones entre la humanidad y todas las otras criaturas conocidas. La jerarquía es una estructura de cuatro escalones que usa varias clasificaciones para agrupar a todos los "forasteros". La jerarquía se presenta por primera vez en el libro ficticio La historia de Wutan en Trondheim por Valentine Wiggin, publicado bajo el seudónimo de Demóstenes. Dentro de la historia, los términos han originado de la lengua noruega del planeta ficticio Trondheim; sin embargo, tienen un origen sueco.

Utlannings (traducido: "outlander" "o el extranjero") son los forasteros de tu propia especie y de tu propio mundo. (ej. la comunidad o la cultura). Un utlanning es una persona que comparte la identidad cultural del observador. Por ejemplo, si uno encuentra a un forastero que vivió en otra ciudad, estado, o la provincia, esta persona sería considerada utlanning.

Främlings (traducido: "el forastero") son los miembros de tu propia especie, pero de otro mundo o cultura. Esto es una persona que es tanto similar como diferente de nosotros. Por ejemplo, si tu encuentras a otro humano que vivió sobre el planeta Marte, esta persona sería un framling.

Ramen (raman singular) son forasteros de otra especie que son capaces de comunicación y la coexistencia pacífica con la humanidad, aunque esto no garantice que ellos persiguan este objetivo. Algunos ejemplos de ramen son algunos personajes de la Guerra de las Galaxias, incluyendo Ewoks, Wookiees, etc. o, en el género de fantasía, elfos, enanos, gnomos,etc.

Varelse (pronunció que var-ELSS-uh) son forasteros de otra especie que no son capaces de comunicarse con nosotros. Ellos son completamente incapaces de poseer puntos en común con la humanidad. El virus casi inteligente de la Descolada puede o no haber sido de esta categoría. Un personaje describe a todos los animales como seres varelse, ya que con ellos ninguna conversación es posible. Ellos viven, pero no podemos adivinar los objetivos o causas que los hacen actuar. Ellos podrían ser inteligentes, ellos podrían ser conscientes de sí mismo, pero no podemos conocerlo. Traducido de sueco, varelse quiere decir " la criatura. "

 
Para aniquilar una especie o un pueblo y no sentir remordimientos, tan solo hay que considerarlos Varelse. Tratándolos así, suponemos que no tenemos nada en común con ellos, que tal vez sean hostiles, y nos autojustificamos argumentando que debemos defendernos.

Mucho más difícil es considerarlos Ramen e intentar conocerlos, establecer una relación de igual a igual, preocuparnos por sus necesidades y motivaciones, mientras les ayudamos a comprendernos.

Epístola a los Coríntios

(1 Cor 13, 1-8)

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como campana que sue­na o címbalo que retiñe. Y aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y aunque mi fe fuese tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las lla­mas, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y bondadoso
No tiene envidia,
Ni orgullo ni jactancia.
No es grosero, ni egoísta;
No irrita ni lleva cuentas del mal;
No se alegra de la injusticia,
Sino que encuentra su alegría en la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
Todo lo espera, todo lo aguanta.
El amor no pasa jamás.

No te salves


 
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
 
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas,
entonces
no te quedes conmigo.
 
(Mario Benedetti)