Entre la vigilia y el sueño

Suelto mi mente
bajo un cielo
que se desploma
sobre mi cabeza.
El carbón ensucia
esta hoja
y limpia mis ojos
que escurren recuerdos
y dejan despojos.
Brotan de mi cuerpo
gotas de cristal
que brillan
en la noche
más que la luna llena
en el mar,
pues la luz que las mueve
es la misma
que me hace vivir,
la que alumbra mi mano
si me pongo a escribir.
Y entre luces tenues
y estrellados ocasos
despega mi mente
rompiendo en pedazos
todo cuanto ataba
mi cuerpo a mi cama,
porque ahora que existo
entre la vigilia y el sueño
soy un semidiós,
soy mi amo y mi dueño,
y mi mundo,
me queda pequeño.

Con solo un susurro

Una palabra al oído
ha hecho arder mi corazón
en ígneo estallido
y ya no recobro la razón.

Sé que sólo necesito
un aroma conocido
para que mi cuerpo despierte
de su letargo insensible
y cual hojas de un otoño
que murió
se estremezca
y entre estrellas
tiemble.

Pues es suficiente
con una canción
para que vuele mi mente
a otro mundo
a otro tiempo,
a otra dimensión.

Donde la distancia es un suspiro
y surge de tus pulmones
el aire que yo respiro.
Donde el tiempo se detiene ante la noche
dejando que su negro manto
arrulle nuestros cuerpos
y nuestras voces
que, en un susurro furtivo
se escapan del alma
y trepan a los oídos.

Ven música, ven

Ven música, ven
aduéñate
de mis entrañas,
atrápame
con tu vibrar.

Ven música, ven
y hazme volar,
hazme vivir,
hazme girar,
hazme querer.

Ven música, ven
que quiero tocar
la estrella más alta
y sólo tú eres capaz
de elevar mi alma
por encima de mi ser.

Ven música,
ven.

No, gracias

 
Pues bien, ese es mi vicio
me gusta provocar, adoro ese suplicio.
¿Qué quieres que haga, buscarme un protector?
¿un amo tal vez?
¿y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina y con adulación,
cambiar de camisa
para obtener posición?
 
¡No gracias!
 
¿Dedicar si viene al caso
versos a los banqueros,
convertirme en payaso,
adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?
 
¡No gracias!
 
¿Desayunar cada día un sapo,
tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
 
¡No gracias!
 
¿Adular el talento de los canelos,
vivir atemorizado por infames dineros
y repetir sin tregua:
“Señores soy un loro
quiero ver mi nombre escrito en letras de oro”?
 
¡No gracias!
 
¿Sentir terror a los anatemas,
preferir las calumnias a los poemas
coleccionar medallas
urdir falacias?
 
¡No gracias! ¡No gracias! ¡No gracias!
 
Pero cantar, soñar, reír,
vivir, estar solo, ser libre,
tener el ojo avizor,
la voz que vibre,
ponerme por sombrero el universo
por un sí o por un no,
batirme,
o hacer un verso.
Despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación… a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
renunciar a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto,
pero solo.
 
(Cyrano de Berguerac, de Edmond Rostand)

Tu voz

Satélites y estrellas
reflejan tu débil voz
entrecortada
que llega a mis oídos
como un tifón
desatando a su paso
las cadenas
que oprimían mi corazón,
que me tenían atada
sin razón.

Y me pregunto
cómo un sonido
tan suave, conocido,
tan grave, profundo
es capaz de elevar
mi espíritu,
de nuevo hacer brillar
mi mirada,
rescatar del olvido
un sueño que luchaba
por quedarse dormido
y que jamás lo ha conseguido.

Buscas y no entiendes

Buscas reflejos de tu corazón,
buscas cariño en quien no sabe amar,
buscas futuro en quien pronto se va,
buscas palabras y obtienes un “no”.

Ahora sientes
algo nuevo,
diferente,
mas terminas
como siempre
y no entiendes
este juego
ni a la gente,
pero asientes
y te mientes,
y te dices
que lo olvidas,
pero vuelves
y lo miras
y, entre dientes,
entre lágrimas,
se te escapa
que aun no entiendes
lo que pasa,
y no admites
que hay un fuego
que te come
las entrañas,
y en el suelo
ves pasar
entre gentes,
tus recuerdos
y en un día
te haces viejo,
de repente
has cambiado
porque buscabas
lo imposible
en el sitio
equivocado
y ahora sigues
y aun no entiendes,
pero al menos
ahora sabes
lo que quieres
y no puedes
olvidarlo,
es tu vida,
noche y día
te persigue
y buscas
en la distancia,
más allá
de los montes,
oteando
el horizonte,
intentando hallarlo
entre los hombres
que aun no han muerto:
buscando un alma
entre tanto cuerpo.

Pero las almas gemelas
se atraen solas,
no se buscan, se encuentran,
y solo la hallaras
si te paras
y la esperas.