Es tan fácil vivir contigo

Es tan fácil vivir contigo,
haces tan sencillo el camino,
los problemas se desvanecen,
vuelan y desaparecen.

Cualquier instante despistado
que habría pasado
si dejar huella,
se graba a fuego
y brilla como una estrella
cuando tú estás a mi lado.
Porque tú llenas mi corazón,
tú me das una razón,
tú me haces ser mejor.

Esto es vida

Despierto por la mañana,
el sol brilla en mi ventana.
Café zumo y croissant.
¡Adoro desayunar!

Salgo a la calle,
música en mis auriculares,
y me voy de bares.
Lugares con encanto,
cañas, mostos y tapas,
¡tampoco cuestan tanto!
Y un paisano: “Ven pa acá”
y se arranca por soleares.

Buena compañía,
sidra, vino,
queso y alegría.

¡Esto es vida!

Quien piense que no,
que venga y me lo diga,
a esta ronda invito yo,
veremos después qué opina.

¡Esto es vida!

Para ser feliz

Para ser feliz tan solo quiero
poder alzar el vuelo,
respirar hasta el fondo del alma,
sentirme por dentro en calma.

Que mi vida no pare un segundo,
recorrer el mundo,
vivir intensamente cada instante
sin temer lo que habrá delante
y dormir tranquilo
compartiendo mis sueños contigo.

¿Dónde reside el hogar?

Cuando era pequeña, cerraba los ojos pensando en mi hogar y veía la casa donde crecí, la casa de mis padres, la habitación que compartía con mi hermano, mis juguetes y el nido del balcón. Cambiamos de casa y me sentí desarraigada, tenía mucha más luz y una habitación para mí sola, pero me costó un tiempo sentir que ese era mi nuevo hogar.

Después me fui. Habitaciones y pisos compartidos. Volvía a casa las fiestas y ,como siempre en vacaciones, mi casa estaba llena de familia… solo que ahora yo también era uno de los que venían por vacaciones. Volvía a compartir habitación con mi hermano porque en la mía estaban mis tíos, mis primos, o mis abuelos… Aún así, al principio ese seguía siendo mi hogar.

Pero un día volví a mi piso después de un verano, después de dos meses durmiendo junto a mi hermano y guardando mi ropa entre el salón y el armario del pasillo… y al deshacer la maleta cada cosa tenía su sitio. La ropa, el portátil, los libros… deshice la bolsa en un pis pas y entonces me di cuenta: mi hogar ya no estaba en un lugar, en casa de mis padres, sino allá donde yo llevase mis cosas, donde tuviese mi sitio. En cada uno de mis pisos compartidos.
Y así he seguido hasta hoy, llevando mi hogar de lugar en lugar, valiéndome sola, teniendo cuanto pueda necesitar. Mis libros, mis fotos… cuántas cosas dan forma a mi hogar!

Pero de repente, sin avisar, algo ha vuelto a cambiar. Unos días a tu lado, viviendo el día a día, compartiendo todo sin pensarlo, y al volver a mi casa, me falta algo. Hago mis tareas cotidianas, me toca currar mañana, y pienso… que me gustaría levantarme a tu lado. Mi hogar ha cambiado. No está en un lugar, ni en todas las cosas que pueda acarrear, está en las personas, en aquellos a quien decido amar. Por eso te digo, sin dudar: desde hoy y hasta la eternidad, vayas donde vayas, en ti estará mi hogar.



He llegado a mi hogar

Se olvidan todos los problemas,
vuelvo a ser la niña que era,
cuando siento tus brazos
rodeando mi cadera.

Vamos cosiendo los retazos,
lo que fue y lo que nos espera,
construyendo a nuestra manera
una vida entera.

Si me siento perdido
busco dónde estás,
y encuentro mi camino
en la luz de tu mirar.

No importa país o ciudad,
cuando te quedas dormido
y te escucho respirar...
sé que he llegado a mi hogar.

Vértigo

Vértigo,
al ver el mundo cambiar,
tan rápido,
no da tiempo a respirar.
Tus locos sueños de ayer
hoy se han hecho realidad
y superan los límites
que pudiste imaginar.

La vida ha girado a tu alrededor,
una vuelta completa al reloj
y sientes un nudo al mirar al frente
¿Cómo pudo ocurrir tan de repente?

No puedes volver atrás,
solo quieres avanzar,
saber dónde llevará
el camino que acabas de empezar.

Saber si vives una ilusión
que tarde o temprano acabará,
o si esto que te altera el corazón
será a partir de ahora tu verdad.

Difuminados

Hoy en día, queremos tantas cosas que nos difuminamos. En lugar de emplear nuestra energía en lograr un único objetivo, en alcanzar aquello que realmente es importante para nosotros… nos dedicamos a perseguir infinitud de pequeñeces, de objetivos sin importancia que una vez alcanzados (o incluso sin haberlo hecho) dejamos aparcados sin que nos hayan aportado nada.

Lo único que conseguimos con esto es dividir nuestras energías de forma que resulta más difícil alcanzar nuestro verdadero objetivo.

Deberíamos pararnos a reflexionar hasta saber qué es lo que realmente nos importa antes de actuar para conseguirlo. Porque por mucho que andemos, por mucho que nos esforcemos e incluso corramos para alcanzar nuestra meta, jamás llegaremos a ella si no sabemos dónde está.

Fue bonito soñar contigo

Adiós compañero, amigo,
fue bonito soñar contigo,
compartir ideas, abrazos,
ir estrechando lazos,
descubrir el mundo a tu lado,
inventar un futuro de la mano.
Tuve miedo al ver
cuánto te quedaba por aprender,
pero me lancé al vacío,
te dije: “En ti confío”.
¡Qué buenos momentos pasamos!
Pero ahora todo eso
ha acabado.
Que seas feliz, un beso.


El remolino

El baño había acabado hace un rato, pero habían dejado a los patitos en el agua mientras el niño salía chorreando. Mamá Pato los juntó a todos:
- Vamos niños, detrás mío, que no se pierda ninguno.

Seis patitos amarillos fueron acercándose y uno detrás de otro comenzaron a seguir a Mamá pato por la bañera. Subían y bajaban las pequeñas olas meneando la colita.
- ¡Cua, cua, cua!

Un patito se había quedado solo al otro extremo, no había oído a Mamá Pato porque estaba demasiado ocupado jugando con las gotitas que caían del grifo mal cerrado. Cuando veía que una gota iba a desprenderse, saltaba y la cogía con el pico, a la siguiente gota le daba un coletazo, luego se ponía panza arriba e intentaba darle con sus pies palmípedos.
-¡Mamá, mira mamá! ¡Mira lo que puedo hacer!

Mamá Pato nadó hasta él y cogiéndole con el pico lo puso detrás suyo.
- Vaaaamos Pipo, ven con todos tus hermanos.
Pipo se puso en la fila y nadó y cantó con todos.
- ¡Cua, cua, cua!

Vinieron entonces a quitar el tapón y se formó el remolino del desagüe. ¡A Pipo le encantaba el remolino, era lo más divertido del baño! Se podían hacer muchísimas cosas con él y a Pipo le gustaba inventarse nuevos juegos, aprender los caminos del agua, oponer resistencia y luego dejarse llevar… ¡era genial!

Así es que disimulando, se salió de la fila y fue nadando a todo correr hasta el remolino. Se puso encima y la corriente le hizo girar sobre sí mismo. Salió riéndose y quiso enseñárselo a todos:
- ¡Mamá, mira mamá! ¡Mira lo que puedo hacer!

Y sin esperar más se lanzó de cabeza al remolino y comenzó a girar boca abajo. Solo sobresalían sus patas y su colita amarilla que giraban como locas por encima del agua. Cuando se cansó, salió empapado y riendo medio mareado y todos sus hermanos se abalanzaron sobre el remolino queriendo probar. Mamá Pato se quedó sola mirando a Pipo con el ceño fruncido.
- Mira lo que has conseguido, ¡ahora todos tus hermanos han roto la fila!

Pipo se sintió triste. Sabía que Mamá Pato estaba disgustada por su culpa. Cuando volvieron a la caja de juguetes todos en fila, Pipo iba el último mirándose las puntas de los pies y no cantaba con sus hermanos.
- ¡Cua, cua, cua!

Papá Pato los vio llegar uno detrás de otro y se dio cuenta de que Pipo no estaba tan feliz como siempre. Así es que esa noche fue a hablar con él.
- Qué te pasa Pipo, ¿por qué estás triste?
- Mamá se ha enfadado conmigo y creo que ya no me quiere.
- Oh, así que es eso… ¿y por qué crees que ya no te quiere?
- Porque no le he obedecido, me he ido a jugar en lugar de formar la fila.
- Bueno, supongo que se habrá disgustado, pero estoy seguro de que no ha dejado de quererte. Mamá Pato te quiere, aunque hagas cosas mal, porque eres su hijo.
- ¿Me quiere aunque me porte mal? ¿Aunque haya hecho que todos los demás rompan la fila?
- Sí. Te quiere por ser tú. Hagas lo que hagas nunca dejará de quererte.

Pipo se sintió un poco mejor, era un alivio saberlo. Pero entonces... pensó que eso tampoco le gustaba.
- Pero Papá… yo no quiero que me quiera porque sí, por ser su hijo. Yo quiero que me quiera por ser bueno, porque se me ocurren muchos juegos, porque tengo ideas divertidas, porque mis plumas son muy amarillas, porque ayudo a mis hermanos, porque puedo bucear mucho rato... ¡Quiero que me quiera por cómo soy!

Papá Pato se le quedó mirando un rato y finalmente le contestó:
- Mamá te quiere incondicionalmente, eso no va a cambiar, pero yo te quiero por cómo eres, porque eres inteligente, alegre y considerado, porque te esfuerzas por hacer bien las cosas y porque te haces un montón de preguntas.

Pipo sonrió, aquello estaba mejor, podía lograr el amor de Papá Pato si hacía todas las cosas que le gustaba hacer. Decidió que se esforzaría porque Papá Pato siguiese queriéndole.

- De todas formas – prosiguió Papá Pato – lo importante no es que los demás te quieran por cómo eres, lo importante es que tú te quieras, que a ti te guste cómo eres, que estés orgulloso de ti mismo y seas feliz con ello, y que te esfuerces por ser mejor.
- ¡Yo ya me esfuerzo por ser mejor para que tú me quieras!
- Ya, pero no debes esforzarte para que alguien te quiera, nadie debe decirte cómo debes ser. Ni siquiera yo. Debes esforzarte para ser como tú quieras ser, para aprender y mejorar y sentirte feliz contigo mismo. Y nunca… aunque te echen la bronca, debes dejar de hacer aquellas cosas que realmente te hacen sentir bien.

Pipo se quedó un rato callado, Papá Pato le había dado muchas cosas nuevas en las que pensar.
- Entonces… seguiré buscando nuevas formas de jugar con el remolino.