Anapesto elemental

Yo soy el fuego
eterno y nuevo,
el mundo arde cuando me muevo.

Yo soy el viento,
soy el momento,
y cada estrella del firmamento.

Yo soy la tierra
que vida encierra,
yo permanezco tras toda guerra.

Yo soy los mares,
soy las edades,
profundas se hunden mis soledades.



La rueda

Todo cambia si está vivo,
por siempre nace y perece,
solo lo que es destruido
permanece.

Desde lo inmóvil crece
lo que siempre está en camino,
eterna rueda que mece
cuanto miro.




Percepción

Busco sin saber
el tema de mi olivo
y al buscarlo,
lo siento vivo.

Este acontecer
transforma cuanto miro,
sin notarlo,
lo he hecho mío.

Y al centrar mi mente
en la idea oculta,
se vuelve evidente
lo que no vi nunca.

De mi me salgo
y sin ojos veo,
observando en un árbol,
el mundo entero.




Por momentos

Me alejo para ordenar
los sentimientos,
me alejo para llegar
más adentro,
y al pararme a escuchar
en los vientos,
el continuo latir
que me hace vivir,
comprendo que por momentos
soy más de cuanto habita en mi.



Discernimiento

Aprendiendo a distinguir
verdad y fantasía,
observando en mi
qué ideas no son mías.

Intentando no imponer
mi visión de las cosas,
abriendo para ver
su esencia más hermosa.



Bosque del Recuerdo

Escucha el llanto
de este jardín,
el quedo canto
que anuncia el fin.

Señalan a lo alto,
cipreses entre olivos,
nos muestran el camino,
ayudando a dar el salto.

Y mientras, lo vivo,
asciende en espiral,
adentrando sin cesar
en lo ocurrido.

Sin volver atrás
buscamos un sentido
que nos permita amar
después de haber perdido.


A las víctimas del 11-M en el décimo aniversario.

Vacío inspirado

Me vacío para escuchar
lo que llegue,
me vacío para dejar
que me llene,
para no rebosar
con lo que viene.

Me vacío lentamente
permitiendo que mi mente
siga un hilo bien marcado,
y cuando ya me he vaciado,
llega el torrente
que alimenta mi fuente
y me hace diferente.



Ejercicio de imparcialidad

Se agrieta la coraza
que marca el exterior,
el mundo se desplaza
entrando a borbotón
y yo lo acojo
abriendo el corazón,
en él me mojo,
sumerjo mi razón.

Mi piel se quita,
ya nada delimita
el todo y el yo.
Como un sol
de pronto desatado,
irradio mi pasión
a quien va a mi lado
y soy iluminado
por astros encerrados.




Niebla

La niebla cubre el camino,
el pueblo ya se ha perdido,
sube en silencio del valle
logrando que calle
todo trino.
Y yo camino perdido
sin conocer mi destino.

Abajo el gris monasterio
oculta bajo sus losas
un antiguo misterio
que el bosque rebosa.
Y yo me alzo, en medio,
sintiendo tantas cosas
que no alcanzo a comprender.

Sin remedio
me dejo caer.

Entonces, al soltar,
mi alma se aleja,
rompe a volar
y se despeja
la niebla que convertía
en noche este día.



Dos anécdotas y una visión del mundo

ANÉCDOTA 1:
Hace unos años instalamos un ascensor en la casa del pueblo. Es un pequeño portal de tan sólo cuatro vecinos. Ahora nos han ofrecido la posibilidad de instalar un sistema que apaga la luz del ascensor cuando este no está siendo usado, lo que en esta comunidad supone 23 horas al día como mínimo.
Parecía buena idea, así es que hicimos cálculos: ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto nos ahorraríamos de luz al mes? ¿Cuánto tiempo haría falta para amortizar el gasto de instalación?
La conclusión fue que tardaríamos veinte o treinta años, así es que… no compensa. Y el dispositivo no se ha puesto.

¿Por qué dejamos que la luz de un ascensor permanezca encendida a todas horas y decimos que no compensa apagarla? ¿A quién no le compensa? A mi bolsillo, desde luego no, pero ¿es eso lo único que importa?

ANÉCDOTA 2:
El otro día salía del supermercado con un solo producto. Le digo a la cajera “No quiero bolsa, gracias” y ella me mira sonriendo mientras mete mi producto en una bolsa de plástico. Ante mi car de estupor, sonríe más y me dice: “Es gratis!”

Y yo me quedo pensando: ¿Por qué tengo que usar un producto que no es necesario en absoluto? ¿Tan sólo porque no me cuesta nada? ¿Acaso no le cuesta a medio ambiente?


UNA VISIÓN DEL MUNDO:
Todo lo medimos respecto al dinero: Si es gratis, lo hacemos. Si es barato, podemos hacerlo. Si es caro, no podemos, aunque no por ello dejamos de quererlo.

No vemos que hay otros baremos aparte del precio. No nos paramos a pensar en el verdadero valor de algo, y mucho menos en sus repercusiones.