Todos
tenemos mil máscaras, y todas ellas son falsas. Queramos o no, vamos
evolucionando, cambiando a cada instante. Cada experiencia vivida, por insignificante
que parezca, nos transforma, somos diferentes hoy de nuestro propio “yo” de
ayer. Por eso solamente la máscara actual es la verdadera, aunque pronto esta también dejará de serlo.
Debemos
esforzarnos por ser cada vez lo que en ese momento somos y no dejarnos
arrastrar por lo que fuimos.
A veces es
complicado porque mucha gente conoce nuestras máscaras pasadas y espera vernos
actuar como ellas. Y a nosotros nos resulta más sencillo seguirles la
corriente, vestir una máscara que ya hemos llevado antes, con la que nos
sentimos cómodos. Pero siempre hay resquicios que no se ajustan a la
perfección, y cuando esos resquicios crecen, debemos tener el valor de desechar
nuestra antigua máscara y mostrar al mundo nuestro yo verdadero.