Y tú quién eres

En la caja de Lego había cinco muñecos Lego, todos iguales, con su cara amarilla, sus manos en forma de “u”, su sonrisa dibujada y ese saliente amarillo en la coronilla. A ellos mismos les costaba distinguirse de sus otros cuatro compañeros, pero nunca les había importado demasiado. Todos tenían pantalones azules y camiseta blanca de manga larga, lo compartían todo, y los niños jugaban indistintamente con uno u otro.
 
Pero un día llegó al cuarto de juguetes un muñeco Lego extraño. Su cara tenía unas gafas dibujadas y en lugar del saliente amarillo, llevaba un casco rojo de moto. Su ropa también era diferente: ¡iba todo vestido de rojo!
 
Los demás muñecos Lego se quedaron mirando al nuevo con envidia.
- “Él sabe quién es porque es diferente.” se decían unos a otros.
- “Pero nosotros… ¡nosotros somos todos iguales! ¿Cómo podemos saber quién es cada uno?”
A uno de ellos le había tocado ese día hacer de socorrista y llevaba todavía puesto un salvavidas amarillo, así es que dijo muy contento:
- “Yo soy el que lleva el salvavidas amarillo” y se quedó tan tranquilo.
 
Pero los demás estaban preocupados. Discutieron un buen rato y finalmente llegaron a la conclusión de que cada uno tenía que tener algo que fuese suyo y solamente suyo, para así poder distinguirse de los demás y saber quién era cada uno. Así es que cuando les metieron de nuevo en la caja, cada uno de ellos fue a buscar algo que le hiciese especial.
 


Esa noche el muñeco de rojo se acercó a saludarles, quería conocer a sus nuevos compañeros así es que fue a presentarse.
- “Hola, soy nuevo aquí. Mi anterior dueño me perdió en el parque, y ahora me han encontrado y me han traído con vosotros… ¿quiénes sois?”

Los cinco muñecos se miraron entre sí y pensaron “Menos mal que ahora sabemos quiénes somos. Podemos responder perfectamente a su pregunta”. El del salvavidas amarillo, muy ufano, se adelantó y le dijo:
- “Hola, yo soy el del salvavidas amarillo.”
Otro muñeco, que había encontrado un gorro de cocinero se apresuró a saludar también al nuevo:
- “Yo tengo un gorro de cocinero” dijo, y se lo mostró orgulloso.
- “¡Y yo tengo un pelo largo y con coleta!” dijo el tercero.
El cuarto, con las prisas, solo había encontrado una copa de plástico, así que un poco avergonzado se la enseñó.
- “Yo solo tengo una copa.”
Todos miraron al quinto que sonriendo se subió al coche que había aparcado detrás y les dijo
- “¡Pues yo tengo un coche enorme!”
Los otros cuatro se sintieron un poco dolidos, sobretodo el de la copa. Se suponía que el coche era de todos y lo usaban para ir a todos lados, ¡no valía apropiárselo así! Pero no querían que el nuevo se diese cuenta de que acababan de descubrir quienes eran, así que no dijeron nada.

El muñeco nuevo se quedó pensativo.
- “Entonces… a ver si me aclaro” les dijo, y se acercó al del salvavidas. “Tú eres socorrista.”
- “No, no soy socorrista, ni siquiera sé nadar, tan solo tengo un salvavidas amarillo”
El nuevo se quedó extrañado, pero siguió adelante.
- “Tu sí que eres cocinero, ¿no?” le dijo al del gorro.
- “Pues… tampoco. No sé cocinar, ¡pero el gorro es muy chulo!”
- “Ah…” dijo el nuevo mientras pensaba que estos muñecos eran un poco raros. Se acercó entonces al del pelo largo con coleta.
- “Vale, contigo seguro que acierto, tu eres chica, porque ese es el pelo que llevan los muñecos Lego chicas.”
- ¿Qué? ¡No, no, no! Yo no soy chica, pero ¿a que queda mejor el pelo largo que el saliente amarillo que tienen los demás?”
- “Esto… sí, sí, es cierto, queda mejor.” Le dijo el nuevo, que cada vez estaba más sorprendido.

El siguiente era el de la copa.
- “¿Tú eres enólogo? ¿o tú también llevas la copa solo porque te gusta beber?”
El otro miró a su copa sin saber muy bien qué responder, se lo pensó un poco y frunciendo el ceño dijo:
- “Pues no. Ni siquiera me gusta beber, pero esta copa es mía, ¡y solo mía! ¿entendido?”
- “Sí, sí, claro, no te preocupes, no te la pienso quitar.” dijo un poco asustado, y se alejó enseguida del de la copa.

Ya solo quedaba el del coche, que estaba montado orgulloso en el asiento del conductor.
-“Bueno, tú pareces de los míos” le dijo el nuevo señalándose el casco de moto. “¿Eres conductor? A que es una pasada ir al volante, sentir el viento, tomar las curvas…”

- “No, no.” Le cortó el del coche viendo que el nuevo se emocionaba.
- “Yo no conduzco, pero tengo un coche enorme y muy potente. ¿A que es precioso?”

El nuevo, sorprendido, abrió mucho los ojos detrás de sus gafas.
- “¿¡Que no conduces!? Pero entonces… ¿por qué quieres el coche?”
- “Porque yo soy el que tiene el coche” le dijo el otro sacando pecho. “Nadie más tiene un coche tan bonito como el mío.”

El nuevo miró lentamente a los cinco y les dijo:
- “Pero… ¿para qué queréis todas esas cosas si luego no las usáis? Sois unos muñecos muy raros.”

Los otros se enfadaron un poco.
- “¿Y tú?” dijo el de la copa, “¿tú quién eres, eh?”
- “¡Eso!” le apoyó el del pelo largo, “dinos, ¿tú quién eres?”

- “Yo soy motorista, me llamo Toni y me encanta conducir entre los bloques de lego.” Se presentó con una sonrisa.

Los otros cinco se miraron entre ellos. Parecía que el nuevo tenía las cosas claras. Entonces el del gorro de cocinero saltó:
- “Sí, claro, eso lo dices porque llevas un casco de moto, pero si no tuvieses casco, ya no serías motorista.”
- “!Ajá!” dijo el de la copa de plástico “¡Te pillamos!” Y todos empezaron a reírse.

- “¡Eso no es verdad!” Se defendió el nuevo. “Yo soy motorista porque es lo que quiero ser. Ahora mismo no tengo moto, se debió de perder en el parque, pero yo sigo siendo motorista.”
Se quitó el casco rojo y enseñándoselo a los otros prosiguió:
-“Y tengo este casco porque para conducir la moto es necesario, pero si lo perdiese… ¡seguiría siendo motorista!”
- “Si queréis os lo dejo” dijo dejando el casco en el suelo a los pies de los otros. Estos retrocedieron un poco.
- “Pero… el casco es tuyo” dijo el del coche, “Por eso eres motorista.”

- “Yo no dejo de ser quién soy por tener o dejar de tener algo. Cuando vuelva a tener moto necesitaré un casco, hasta entonces no me importa. Pero vosotros… vosotros solo queréis tener cosas por tenerlas, ¡aunque no las uséis!”

Los demás se miraron un poco avergonzados sin decir palabra.
- “Bueno, quedaos con vuestras cosas si queréis, a mi me da igual” continuó el motorista. “Pero aún no habéis contestado a mi pregunta…¿Quiénes sois?”

Los cinco muñecos se miraban a los pies, miraban a los otros y volvían a bajar la mirada… Al cabo de un rato, el del salvavidas amarillo se adelantó, se quitó el salvavidas, lo dejó en el suelo junto al casco rojo y entre triste y avergonzado empezó a hablar:
- “Es que… es que en realidad, no lo sabemos.” 

 

Inventando sueños

Soy la roca en la arena
que el mar lame y desgasta,
y con cada marea
sueños arrastra.
Soy el árbol que se alza
al borde de un barranco
mis raíces descalza
de cuajo arranco.
Soy bandera raída
que ondea en alto mástil,
nunca busqué una vida
que resultara fácil.

Tan solo intento
sentir el viento
soplando desde dentro
y disfrutar de muchos
buenos momentos.
Pero los cuentos
que cada día escucho
de tu boca callada,
no hablan de nada.
Por eso invento
magos y hadas
para hacer especial
cada mañana.

Porque al final
nosotros inventamos
el mundo que habitamos,
y tal vez si permito
volar mis ilusiones
más allá de mi piel,
si las plasmo en un papel,
se cumplan mis ficciones
y mejoren un poquito
el mundo y las pasiones
que proyectamos en él.
 
 

Remember

No se puede separar
lo que un día estuvo unido,
no se puede contrariar
al destino.

Nunca se deja de amar
a quien un día has querido,
aunque cada uno al final
siga su propio camino.

Forja tu personalidad
todo aquello que has vivido
y a pesar del daño
que puedas haber sufrido,
jamás será un extraño
aquel que soñó contigo,
aquel que te ha conocido
sin barreras, sin engaños…
será tu mejor amigo
cuando pasen los años.

Traza tu própio camino

"Nuestro tiempo aquí es limitado, así que no lo gastemos viviendo la vida de otro. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás, ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. De algún modo saben lo que realmente tú quieres ser..."

(Steve Jobs)

A dos centímetros de tí

A dos centímetros de ti,
mi pulso se acelera,
repaso tu rostro, tu nariz,
tus pecas, tus ojeras.

Tus ojos hablan en silencio
gritando sentimientos
que tu boca niega…
Sé que me deseas.

El tiempo se ha detenido
en este abrazo,
nuestros cuerpos se han fundido
y en el hueco de nuestros brazos
han caído
todos los pedazos
de nuestros corazones heridos.

Nuestras almas se tocan
en miradas que provocan
sentimientos sin control.
Es tan grande la emoción
que nos sobra la ropa,
la piel y hasta el colchón.

Sé que me quieres besar
tanto como quiero yo,
pero algo no te deja
y al acercar mi boca
me dices que no
y te alejas.

Yo sé que puedo
recoger los retazos
de tu corazón
y construir de nuevo
fuertes lazos
entre los dos.
Pero para eso amor,
debes primero
dejar tu miedo
aparcado en un rincón.

Qué más necesitas

Qué más necesitas
para admitir que estamos hechos
para compartir caricias,
ilusiones y besos.

Si cada vez que nos vemos
tiembla nuestro mundo,
desde el suelo hasta el techo
con el deseo profundo
de compartir un lecho.

Qué más necesitas
para admitir que estamos hechos
para compartir nuestros días
y nunca estar lejos.

Si cada vez que nos vemos
estallan mil mariposas
en nuestro pecho
y vuelan orgullosas
pues se les queda estrecho.

Qué más necesitas
para admitir que estamos hechos
para compartir la vida
bajo un mismo techo.


Hoy empieza mi futuro

Entre cajas y ciudades,
no tiene rumbo mi caminar,
me impulsan los siete mares,
no pertenezco a ningún lugar.

No sé dónde me llevan
mis pasos sin destino,
qué sorpresas me esperan
a la vuelta del camino.

Mi único punto de fijación
en este mundo cambiante
se encuentra en mi interior
permitiéndome seguir adelante.

Yo soy yo,
ocurra lo que ocurra alrededor,
y es mi voz
la que me hace avanzar con decisión.

Mi hogar, mi destino,
mi mundo, mi mañana,
hoy han desaparecido,
pero no me asusta nada,
pues todos los sueños perdidos
que poblaron mi alma
al llegar el alba
serán reconstruidos
como me venga en gana.

Han caído los muros
nada me protege ni frena,
y no me apena,
porque hoy no dudo
que aquí empieza mi futuro.

 

Proposición

Quiero compartir contigo
cuanto depare el camino,
hacer tuyas y mías
las penas y alegrías
y juntos superarlo todo.
Avanzar codo a codo,
para así llegar más lejos
que estando solos,
y hacernos viejos,
sin tener complejos,
viviendo a nuestro modo.

Quiero abrir corazón y mente
sabiéndonos independientes,
amar y conocer al otro,
poco a poco.
Aprender a coser cualquier roto
y cada cierto tiempo
volvernos locos:
Vivir el cuento
que queramos inventar,
no tener dueños,
perseguir nuestros sueños
y no dejarnos amilanar
por quienes digan
que debemos vivir la realidad.

Soñar, volar,
sentir la vida,
dejarnos llevar
y disfrutar sin medida.
Crecer, aprender,
no temerle a nada,
y al anochecer,
acostarme en tu almohada.

Desbordar alegría
y volver a elegir cada día
al otro como compañía.

¿Querrás acompañarme, mi vida?



La Mariposa y la Flor

Sucedió una vez que una Mariposa y una Flor se enamoraron. Solían verse de lejos sin atreverse a hablar, hasta que un día la Mariposa se posó en la Flor y ya no quiso despegar. Pasaron días felices una junto a la otra, sintiendo el sol sobre sus alas y pétalos, meciéndose al arrullo de la brisa de verano, respirando el olor dulzón del polen… pero llegó un momento en que la Mariposa sintió la necesidad de volar. Y sin dudarlo un momento se lo dijo a la Flor: sentía tener que dejarla, pero necesitaba volar para poder desplegar todo su potencial, para poder ser ella misma… y sintiéndose muy apenadas, se despidieron y la Mariposa voló.

Desplegó sus alas, viajó, se sintió hermosa bajo el sol y descubrió lo que es ser una mariposa, disfrutando del vuelo y las alturas, visitando mil jardines y bosques. De vez en cuando pasaba cerca de su Flor, le saludaba batiendo las alas más fuerte y veía cómo ella le sonreía y abría más sus pétalos.



Y así vivió un tiempo, aprendiendo a ser Mariposa, disfrutando del vuelo, hasta un día que, volando detrás de una nube, vio de lejos a su Flor sin que ella le viese… y le sorprendió encontrarla llorando.

Entonces se dio cuenta, frenó su vuelo y volvió a posarse sobre su Flor:
- Perdóname. Te he hecho daño. – le dijo la Mariposa -  ¿Por qué me has dejado hacerlo? ¿por qué no me dijiste que te dolía que me fuese a volar?

A la flor le temblaron un poco los pétalos, pero respiró hondo y respondió:

- Claro que duele que te vayas. Yo te quiero y sé que quiero estar contigo, pero no puedo ayudarte a volar, eso tienes que hacerlo sola. Tú sentías la necesidad de volar, y yo no quiero es que estés conmigo por pena, porque crees que es injusto abandonarme aquí en tierra, o porque sabes que yo te quiero a ti. No quiero que te sientas culpable por querer volar, eres una mariposa y precisamente por eso me gustas.

La Flor se limpió las lágrimas y ya con más fuerza prosiguió:
- Quiero que seas feliz, que te sientas bien contigo misma, que vueles y descubras quién eres, hasta dónde puedes llegar y hacia dónde quieres ir. Y entonces, habiendo conocido mil jardines, sintiéndote realizada y en paz con el mundo… levantes la cabeza, mires alrededor y al verme pienses: “esta es la flor con la que quiero estar”.

Y sonriendo melancólica terminó:
- Quiero que estés conmigo porque tú quieres, no porque sabes que yo lo quiero. Pero para eso tengo que dejarte ir libre, tengo que dejar que vueles, que crezcas, que evoluciones. Y si cuando vuelvas, no sientes que me quieres… entonces yo tampoco quiero que te quedes conmigo.

Solitario y frío

Necesito volar
solitario y frío,
me quiero despegar
del cobijo de tu ombligo,
para soltar esta maraña
que tengo en mi interior
y saber si el calor
que siento en mis entrañas
viene de tu amor
o es tan solo mío.

Los vientos me arañan sin compasión
ahora que estoy desprotegido,
pero no me ahorres el dolor,
porque es quien despierta mis sentidos
y me permite saber
que no estoy dormido.

Necesito volar
solitario y frío
para saber que estoy vivo.
Y solo cuando vuelva,
ya libre y crecido,
podré volar contigo.