El primero del año ya ha acabado
media hora ha desde que se fue.
Una luna llena brillar se ve
entre estratos de un cielo azul nublado.
El segundo no ha hecho sino empezar
y ya destaca su belleza muda.
Un día especial, sin ninguna duda,
muchas cosas pronto van a cambiar.
Buscando a Elessar y Mithrandir
Dónde está aquel poeta
aquel que supo escribir
versos que cual saeta
lograsen dividir
a un hombre en dos para volverlo a unir.
Donde aquel hechicero
de grises ropajes y mente sabia
que vio el mundo entero
guiado por su magia
siendo de los reyes fiel consejero.
aquel que supo escribir
versos que cual saeta
lograsen dividir
a un hombre en dos para volverlo a unir.
Donde aquel hechicero
de grises ropajes y mente sabia
que vio el mundo entero
guiado por su magia
siendo de los reyes fiel consejero.
El fin del teatro
Allá donde sólo el olvido mora,
tras un viejo telón de años rasgado,
aun puedes ver un rostro a otro enfrentado
uno que ríe, el otro que llora,
mientras llega la temida hora
en que ambos caerán sobre el tablado
y el viejo teatro será derrumbado
por la fiera y rugiente escavadora.
Actuaba ante una sala abarrotada.
Hoy de nuevo, tras el telón de olvido
una sombra desenvaina la espada
y, aun sin adversario, cae desplomada.
Pero esta vez el teatro está vacío.
Vieja sombra, actúa para la nada.
tras un viejo telón de años rasgado,
aun puedes ver un rostro a otro enfrentado
uno que ríe, el otro que llora,
mientras llega la temida hora
en que ambos caerán sobre el tablado
y el viejo teatro será derrumbado
por la fiera y rugiente escavadora.
Actuaba ante una sala abarrotada.
Hoy de nuevo, tras el telón de olvido
una sombra desenvaina la espada
y, aun sin adversario, cae desplomada.
Pero esta vez el teatro está vacío.
Vieja sombra, actúa para la nada.
Salta
Salta
No toques el suelo
salta
intenta llegar al cielo
Despega y vuela con el viento
no te quedes en tu asiento
salta, ya volverás luego.
Si te quedas quieto
te pierdes entre la gente
si vives en el mundo
no vives el presente
Salta en la vida
sal de la mente
vive en los sueños
no temas la muerte
Pues si saltas
no te alcanzará.
Salta y sueña
salta y vive
en el presente
Salta y no te pierdas
salta y no vuelvas
a tu mente
¡¡SALTA!!
No toques el suelo
salta
intenta llegar al cielo
Despega y vuela con el viento
no te quedes en tu asiento
salta, ya volverás luego.
Si te quedas quieto
te pierdes entre la gente
si vives en el mundo
no vives el presente
Salta en la vida
sal de la mente
vive en los sueños
no temas la muerte
Pues si saltas
no te alcanzará.
Salta y sueña
salta y vive
en el presente
Salta y no te pierdas
salta y no vuelvas
a tu mente
¡¡SALTA!!
Tras la tormenta
Aunque el trueno ya no estalla
al irse la tempestad
no siempre llega la calma.
Pues tras una gran batalla,
si he de decir la verdad,
nunca queda en paz mi alma.
al irse la tempestad
no siempre llega la calma.
Pues tras una gran batalla,
si he de decir la verdad,
nunca queda en paz mi alma.
Sin hielo
Se acaba el tiempo,
se acaba el blanco,
no sopla el viento,
no sale el salto.
Ya no hay frío,
no hay amigos.
Todo viene, todo llega.
Todo pasa, nada queda.
se acaba el blanco,
no sopla el viento,
no sale el salto.
Ya no hay frío,
no hay amigos.
Todo viene, todo llega.
Todo pasa, nada queda.
¿Todo? o ¿Nada?
Soy de la brisa, del viento
endeble y frágil cometa
no hay acto ni pensamiento
que a mi voluntad someta.
¿Soy yo aire?
Soy de las olas, del mar
solo y perdido un velero
no hay puerto donde arribar,
aunque mi alma anclar quiero.
¿Soy yo agua?
Soy de la chispa, del fuego
pequeño, inmóvil arbusto
cualquier llama podrá luego
quemar mi piel a su gusto.
¿Soy yo fuego?
No, no, yo no sé qué es
lo que me hace vivir hoy
ni sé cual mi cuna es
ni hacia dónde ciego voy.
¿Soy yo todo?
¿o no soy nada?
Yo soy polvo...
polvo de hada...
Tal vez sé de dónde vengo,
tal vez venga yo del mar,
de las olas y del viento
tal vez soy libre sin más,
libre, como yo me siento,
libre… por siempre jamás.
endeble y frágil cometa
no hay acto ni pensamiento
que a mi voluntad someta.
¿Soy yo aire?
Soy de las olas, del mar
solo y perdido un velero
no hay puerto donde arribar,
aunque mi alma anclar quiero.
¿Soy yo agua?
Soy de la chispa, del fuego
pequeño, inmóvil arbusto
cualquier llama podrá luego
quemar mi piel a su gusto.
¿Soy yo fuego?
No, no, yo no sé qué es
lo que me hace vivir hoy
ni sé cual mi cuna es
ni hacia dónde ciego voy.
¿Soy yo todo?
¿o no soy nada?
Yo soy polvo...
polvo de hada...
Tal vez sé de dónde vengo,
tal vez venga yo del mar,
de las olas y del viento
tal vez soy libre sin más,
libre, como yo me siento,
libre… por siempre jamás.
El mar
-El mar.
-El mar...el mayor ejemplo de fuerza, de paz....de amor.
-El mar.
Vaivén interminable
de suaves ondas es el ancho mar
de un sueño intocable,
el que se escapa al mirar
-No, no se escapa, va a volver, pero se va, se... se...¡se
hunde!
el que se hunde al mirar
dejando un dolor que debo aguantar
-El mar...el mar se lo ha llevado.
-Tárila.
Sólo queda
una semana para que vuelva, nadie lo sabe, ni tampoco me creerían si se lo
dijese, pero es así, él va a volver.
-¡Tárila!, ¡Eh, Tárila!
-¿Si?, ah, hola Bonder.
-¿ Qué haces aquí ?, no, no me lo digas, esperas que vuelva
¿no es cierto?...olvídalo, no va a volver. No sabía nadar, si hubiera
sobrevivido los equipos de rescate le habrían encontrado. Tárila, dentro de una
semana hará dos años que murió.
Se preocupa
tanto por mi..., pero no tiene razón, él no murió, no, no lo hizo, sabía nadar perfectamente.
Sus piernas no le permitían andar, pero no las necesitaba, una vez dentro del
agua utilizaba sólo sus brazos, y aun así era más rápido que yo ¡Vaya si lo
era!. No, no murió, pero ellos no lo saben, y supongo que nunca lo sabrán.
-Vámonos Tárila.
-Si....vamos.
Ryody...Ryody,
él se puso ese nombre. Siempre le ha gustado la “Y” griega, solía decirme que
era una letra muy fuerte, la más fuerte y valiente de todas, porque conseguía
mantenerse erguida sobre una sola
pierna, supongo que para él, que no podía hacerlo ni aunque se apoyase en las
dos, eso era suficiente para que le gustase algo. Por eso puso dos “Y” en su
nombre, eran sus dos piernas, ellas le daban su fuerza. A mi me llamó Tárila,
decía que era como un grito acallado, mudo, como algo muy grande encerrado en
la cajita de un anillo, como yo: una
muchacha pequeña (se burlaba de mi por ser bajita) que guarda muchas cosas
dentro, él podía ver lo que cada uno llevaba dentro, lo que pensaba, podía
saber cuándo alguien necesitaba compañía o cuándo quería estar solo. Podía
quitarte la piel y ver tu alma a través de tus venas. Ryody...no existe otro
igual que él...Ryody...incluso se inventó
un nombre para mi hermano Mario, él es grande, muy fuerte, y (que no se
entere que lo pienso) un poco gordito.
Su nombre no le gustaba, y a Ryody tampoco, así que empezó a llamarle Bonder.
Ahora todos le llamamos así.
-Estás muy callada, ¿en qué piensas?
-No, nada, cosas mías.
-Está bien... Oye, mamá quiere que estés en casa, ayer
volvió papá y no te ha visto todavía. Dentro de cuatro días se irá otra vez. En
esta Época hay mucha pesca, y no pueden perder el tiempo en tierra.
-Si, ya lo sé, bueno por lo menos está un tiempo con
nosotros, espero que nos de una vuelta en barca.
-Si, mañana iremos todos en el bote grande, esa es otra de
las razones de que te haga volver:
tenemos que acostarnos pronto.
Esto de
tener un padre marinero no es tan divertido como la gente piensa, me gusta
cuando está aquí, porque nos da una vuelta en barca e
incluso hay veces que nos lleva de pesca si el viaje no dura más de tres días,
pero normalmente se va y tarda mucho en volver, es casi como tener un padre y
no tenerlo a la vez.
El padre de
Ryody también es marinero. Es amigo de papá y suelen ir en el mismo barco.
Antes nos llevaban a los dos y nos lo pasábamos muy bien en alta mar..., desde
que él se fue no he vuelto a salir con ellos de pesca. Estoy deseando que
vuelva.
. .
. . .
Ayer cuando
llegué a casa, después de que Bonder me llamara, papá me dio un gran abrazo y
me prometió que hoy nos llevaría en barca, yo ya lo sabía, me lo había dicho
Bonder, pero aun así me alegré mucho.
Esta mañana
hemos salido pronto, el tiempo era muy bueno y la mar estaba en calma, me
estaba divirtiendo de verdad ¡ qué pena que no estuviera Ryody!
Poco a poco
nos acercamos al lugar donde él se “cayó” del barco. Aquel era un día triste,
el cielo estaba tan gris, tan del color del plomo, que parecía que de un
momento a otro se nos iba a caer encima de la cabeza, cuando, incapaz de
mantener tanto peso, se soltase alguno de esos hilos de oro que cosían aquella
gran plancha de acero a las nubes, aquellos hilos traicioneros que hilvanaban
la bóveda celeste, aquellos relámpagos capaces de chamuscar vivo un centenario
roble, pero incapaces de sujetar un cielo tan pesado.
No, aquel
día no deberíamos haber salido, pero Ryody se empeñó tanto que nos convenció a
todos, yo sabía por qué quería ir, había quedado con Ellos.
La tormenta y el oleaje ayudaron a que pareciese un accidente, pero no lo
fue, él se tiró, quería hacerlo, quería
ser como Ellos, quería vivir siempre en
el mar, ambos queríamos hacerlo. Sí, yo iba a ir con él. Iba a ir... pero por
qué engañarme, no pude, tuve miedo, me habían prometido que no pasaría nada,
pero no les seguí, vi petrificada desde la cubierta cómo se lo llevaban, pero
no me atreví a intervenir. Desde entonces no pasa un día sin que me arrepienta
de haberme quedado.
Y ahora
estaba ahí, escrutando el mar en busca de Ryody, al que todos habían dado por
muerto. Estuve en su entierro, aunque solo enterraron una caja, porque nadie
encontró su cuerpo. Aquel día no lloré por él, yo era su mejor amiga, pero no
podía llorar la muerte de alguien que no había muerto y yo sabía que él iba a
volver. Nadie se dio cuenta, pero lloraba por toda la gente, por todos los que
estaban allí, por todas aquellas personas tan ciegas, tan sordas, tan
mudas...aquellas personas que jamás habían comprendido a Ryody y que ahora no
podían (o no querían) ver que estaba vivo, no podían oír su canción, no podían
hablarle...
Ryody...estos
últimos días he estado pensando más que nunca el él, la verdad es que encaja
mejor en el mar que en tierra, aquí se sentía diferente porque no podía andar,
sus piernas nunca han funcionado, se pasaba el día sentado en su silla de
ruedas. Yo le llevaba a todas partes, pero no es lo mismo, él quería valerse
solo.
En el agua
todo era distinto, sus brazos eran el doble de los míos y no necesitaba las
piernas para ganarme, por muy rápido que yo nadara.
La verdad
es que a mi también me gusta más el mar, si tuviese otra oportunidad me
gustaría irme con Ellos, aunque no se si podría... sigo
teniendo miedo.
Papá se fue
antesdeayer y me dijo que me notaba muy distraída, pero no le pude decir nada
sobre la inminente vuelta de Ryody. Ahora me paso el día sentada al final del
espigón mirando el mar.
Esto es
precioso, llevo viniendo aquí desde que
tengo uso de razón, pero jamás lo había visto tan bonito desde...desde el día
en que Ryody se fue. En cuanto él desapareció en las profundidades, el mar se
calmo y todos los relámpagos se deshilacharon dejando libre el plomizo cielo,
que en vez de caer encima de nuestras cabezas, se hizo jirones y se dispersó en
forma de pequeñas nubes grises. Aquella noche vine aquí y lo que vi fue
extraordinario, las nubes que viajaban por el fondo se tornaron lilas, y el
cielo se tintó de un color rojizo, pero no un rojo fuerte, era un rojo suave,
más bien tirando a carnoso, del color de las mejillas de Ryody, una tonalidad
que nunca antes había visto nadie, porque era nueva, era la aportación de Ryody
a la naturaleza.
El viento
casi no soplaba, pero una suave brisa me traía las notas de una canción de
despedida. “Adiós Ryody” le grité, no
se si me oyó. Ellos estaban
allí. Habían ido a recibirle. Todo estaba cargado de alegría y de belleza, se podía notar su presencia,
aunque nadie se dio cuenta, pues estaban demasiado ocupados buscándole y
llorando por él. Demasiado ocupados pensando en la muerte de Ryody como para
darse cuenta de que seguía vivo, de que vivía en el mar, y su reflejo, de color
rojo carnoso, se podía ver cada anochecer en el cielo.
Hoy todo
vuelve a estar como entonces, pero se nota algo especial, una presencia nueva:
la de Ryody. Ahora ya es uno de ellos, el rojo carnoso es una tonalidad más del
cielo, y suele aparecer al final del día, cuando el sol, ya cansado, se despide
de nosotros (igual que lo hizo Ryody) y nos anuncia que mañana volverá a lucir
su dorado manto y le podremos admirar igual que hemos hecho hoy (Ryody no hace
eso, no vuelve con la luz del próximo día, tarda mucho más en volver, pero
vuelve).
Mañana es
el día. Mañana hace dos años que se marchó, por eso Ellos han venido, le acompañan, saben que prometió volver y que no
rompería su promesa por nada.
Al
principio yo no le creí cuando me dijo que les conocía, pensé que bromeaba,
¿Sabes?, es difícil creer a alguien, por muy amigo que sea, si te dice que los conoce. Según
las leyendas Ellos controlan los elementos y pueden vivir
en cualquiera de estos; pueden volar, andar sobre el fuego y respirar debajo
del agua. Esto último es lo que más les gusta, les encanta nadar y es por eso
que viven en las profundidades de los océanos.
Todo esto
lo sabía por las leyendas y los cuentos de marineros, pero jamás llegué a creer
que existiesen de verdad.
Ryody me
los presentó, eran como nosotros, tenían un cuerpo como el de cualquiera, en
los cuentos se les describía como unos
espíritus, los espíritus de la tierra, que controlan las fuerzas del mundo
entero, pero la verdad es que parecen personas.
-¿Tárila, estas bien?
-...¿Mmm?...
-Llevo una hora buscándote, ¿por qué siempre te escondes
aquí?
-Mira el cielo, está precioso
-¿El cielo?
-Si, ¿no los ves Bonder?, ellos está aquí, él está
volviendo, mañana llegará.
-¿Cómo? Yo no veo nada.
-No, claro, tu no los ves, no los conoces.
-Lo único que veo en tu precioso cielo es que el sol ya se
ha puesto y tendríamos que estar en casa, así es que date prisa.
-Está bien, vamos.
Es inútil,
no se lo puedo explicar, no le puedo decir que Ryody ahora es uno de Ellos y que mañana va a volver,
no me creería.
-¡Tárila !, ¡Te echo una carrera hasta casa, el primero que
llegue se queda con el postre del otro!
-¡Corre, que ya te llevo ventaja!
-¡Eh!, ¡¡Tramposa!!
-¡Hoy tengo postre doble Bonder! ¡Aaayyy!
-¡Tárila!, ¡¿Tárila qué te ha pasado?!
. .
. . .
¿Qué hago
en mi cama?, ¿Qué ha pasado?, ¿Bonder? Ay, mi cabeza ¡Tengo un chichón! Está
bien, ¿qué ha podido pasar? Yo estaba al final del espigón con las olas
rozándome las botas, entonces llegó Bonder, estabamos echando una carrera, me
tropecé y ... no recuerdo nada más. Debí
de darme con alguna roca al caerme y perdí el conocimiento ...si, eso
explicaría el bollo que me ha salido
-Tárila ¿estás bien?- esa es la voz de Bonder, y suena
preocupada.
-Si, más o menos. ¿Cuanto tiempo llevo dormida?
-Desde ayer, cuando el sol se puso... y teniendo en cuenta
que ahora son las tres...más de quince horas.
-¡Quince horas!...¡¿ Has dicho que eran las tres?! Adiós
Bonder, me tengo que ir, llego tarde.
- Ni hablar, no puedes salir. Mamá está trabajando, tiene el
último turno de tarde y no volverá hasta media noche. Yo le he prometido que
cuidaría de ti.
-¡Noo!, no...
. .
. . .
Estoy de
nuevo aquí, pero ya de nada sirve. Era ayer cuando debería haber venido, se lo
prometí...¡Se lo prometí!...y no cumplí mi promesa, no pude.
Hace dos
años no le seguí cuando me lo pidió, no tuve el valor suficiente para
enfrentarme a la tempestad, a Ryody, al mar, a Ellos... a todo. Ahora, cuando
él iba a volver, tampoco he cumplido lo prometido. Ayer no vine aquí, Bonder no
me dejaba, pero podía haberme escapado, no, no tuve el valor suficiente para
enfrentarme a Bonder, al dolor de cabeza, al mar, a Ellos, a Ryody... a todos.
¡Anda,
mira! Una botella de cristal con una nota dentro. Ryody y yo solíamos echar
mensajes al mar, creíamos que él nos contestaría, que le agradaría saber lo que
pensamos y lo mucho que nos gusta. Al
principio no nos devolvía los mensajes, pero no nos importaba, seguíamos
mandándole cartas, poemas, chistes... hasta que un día nos contestó. Si, el mar
nos devolvió el mensaje. La botella traía un poema. Grabado sobre la hoja que nosotros habíamos mandado se podía leer, en letras que
parecían animales marinos, el poema más hermoso que jamás se había escrito en
todo el mundo.
Ryody lo
leyó en voz alta, y las letras que ya había leído se desvanecían en el aire
convirtiéndose en pequeñas mariposas que volaron lejos en el horizonte, hasta
perderse de vista.
No fue el
mar el que nos contestó, eran Ellos,
Ellos nos mandaron aquel poema y
todos los demás, porque a partir de entonces todos nuestros mensajes fueron
devueltos. Así los conocimos, por medio de un mensaje en una botella. Un día,
cuando yo estaba fuera del pueblo, Ryody recogió otra botella, en su interior
venía la hora y el lugar para una cita. Fue aquí mismo, en este espigón donde
él acudió a la cita y los conoció. Más tarde me los presentó y juntos pasamos
ratos formidables. Luego nos ofrecieron la posibilidad de ser como ellos, de
vivir siempre en el mar...Ryody aceptó sin vacilar y me pidió que le
acompañase, pero no pude, se fue sin mi.
Una botella...hace
tiempo que no mando ninguna, desde que se marchó. Ryody...una botella, una
botella...una...¡¡Una botella!!, ¡¡Ryody!!, ¿¡ La has mandado tu !? Tengo que
alcanzarla.
Hola
Tárila:
¿Qué te ha pasado?, no has acudido a
nuestra cita, yo no puedo quedarme más
tiempo, me están esperando, lo siento, pero no podré volver. Adiós Tárila, te echaré de menos.
Ryody.
Ryody,
espérame...Ryody, no te vayas...espérame...no, no puedes irte, no puedes
dejarme aquí...
-El mar...
-El mar se lo ha llevado...
-El mar...
Vaivén interminable
de suaves ondas es el ancho mar,
de un sueño intocable,
el que se hunde al mirar
dejando un dolor que debo aguantar
Si, debo
aguantar...pero no puedo...no...
-Adiós Ryody, adiós Bonder, adiós mamá, adiós mar...adiós a
todo...
Yo también
me voy.
. .
. . .
-Bonder date prisa, ¿vienes?
-Si, ya voy mamá.
Hoy es el
entierro de Tárila. Será un entierro sin cuerpo, como el de Ryody. Los equipos
de rescate han pasado tres días buscándola, pero no ha aparecido y todos le han
dado por muerta. Yo no creo que haya muerto, nadaba muy bien, no se ha podido
ahogar, se ha ido con Ryody, estoy seguro, porque desde que desapareció hay un
color nuevo en el cielo. Es un rojo, si, otro más, pero este no es un rojo
carnoso como el que apareció cuando se fue Ryody, este es un rojo morado, casi
un azul rojizo, y suela aparecer al final del día, entremezclado con el rojo
carnoso, los dos juntos se despiden del mundo (como lo hace el astro rey a esa
misma hora), pero no nos prometen volver (al contrario que el Sol, que vuelve
todos los días). Un día les vi hablar a ambos con Ellos,
las leyendas dicen que son espíritus, pero son casi como personas normales. Yo
también los conozco, aunque Ryody y Tárila no lo sabían.
Hoy todo el
pueblo llora por Tárila, yo no. Nadie se ha dado cuenta, pero no lloro por mi
hermana, lloro por todos ellos, porque están demasiado ciegos para ver a
Tárila, demasiado sordos para oírla, demasiado mudos para hablarle...demasiado
ocupados llorando su muerte, como para darse cuenta de que no ha muerto.
Algún día
yo también me iré y me gustaría que supiesen que no he muerto, pero supongo que
harán lo mismo que hacen ahora, no se darán cuenta y seguirán llorando,
seguirán llenando el mar con sus lágrimas para que más gente como Ryody, como
Tárila o como yo pueda algún día vivir en las profundidades. Si, algún día
viviré en el mar, y habrá un color nuevo en el firmamento, pero esta vez no
será ninguna nueva gama de rojos, no, será un azul, un azul verdoso: como el
mar.
Corazón colmado
Recuerdo unos dulces labios gritando
y en la noche una mirada escrutante.
Recuerdo una voz más suave que el ante
y aquellos profundos ojos llorando
porque una paloma escapa volando.
Huye hacia el cielo de sol incesante,
un sol al que quiero, un sol amante.
Recuerdo el viento contigo jugando.
Puede que recuerde tantas cosas
que no debería seguir viviendo,
que no debería seguir pensando.
Ya no puedo ver más cosas hermosas.
Debo tan solo, vivir repitiendo,
debo tan solo, vivir recordando.
y en la noche una mirada escrutante.
Recuerdo una voz más suave que el ante
y aquellos profundos ojos llorando
porque una paloma escapa volando.
Huye hacia el cielo de sol incesante,
un sol al que quiero, un sol amante.
Recuerdo el viento contigo jugando.
Puede que recuerde tantas cosas
que no debería seguir viviendo,
que no debería seguir pensando.
Ya no puedo ver más cosas hermosas.
Debo tan solo, vivir repitiendo,
debo tan solo, vivir recordando.
Un lugar sin nombre
En la punta del mundo,
en la cima del viento,
donde ya nadie llega,
donde ya nada suena
se escucha un lamento,
un grito mudo
que con el viento
el olvido se lleva.
Es mi grito de vida,
grito de libertad,
de vida no vivida,
vida en cautividad.
En el mundo cautivo
voy viviendo la muerte,
pues sin morirme vivo
en un mundo que muere.
Ya que ahora el hombre es
un tonto y engreído,
que un mundo al revés
crear ha conseguido.
Y no sé ya dónde
si evadirme pudiera
querría que me llevara el viento.
A algún lugar sin nombre...
en la cima del viento,
donde ya nadie llega,
donde ya nada suena
se escucha un lamento,
un grito mudo
que con el viento
el olvido se lleva.
Es mi grito de vida,
grito de libertad,
de vida no vivida,
vida en cautividad.
En el mundo cautivo
voy viviendo la muerte,
pues sin morirme vivo
en un mundo que muere.
Ya que ahora el hombre es
un tonto y engreído,
que un mundo al revés
crear ha conseguido.
Y no sé ya dónde
si evadirme pudiera
querría que me llevara el viento.
A algún lugar sin nombre...
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