Descansa
cada noche
la
piedra dormida,
en
silencio las voces
que
animan el día.
Reposan
los frutales,
los
amplios ventanales
que
plenos de energía
nos
donan cada día
su
amparo, su cobijo,
guardando
en sus cristales
los
sueños de nuestros hijos.
Campos
y retales,
cuadernos
y alegría,
recuerdos
inmortales
de
juegos, de vida,
los
días escolares
de
infancia compartida.
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