Cuando
el viento sopla en mi piel
y
la sal satura mis poros,
yo
me ofrezco al mundo y él
me
enseña a fluir en el todo.
Siento
la fuerza constante
de
eternas corrientes marinas
que
empujan hacia delante
cada
rincón de mi vida.
Y
al palpar en mis esquinas
el
soplo que me anima,
descubro
emocionada
que
tengo entre mis manos
la
esencia destilada
que
me hace ser humano.
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