En
el frágil aleteo
de
mi alma al despertar
percibo
lo que no veo,
lo
que sé sin explicar.
Ese
íntimo vibrar
tan
mío y tan distante
que
abre y me hace más,
pulsión
inconstante.
Me
sobrecoge el miedo
de
ser quien soy,
por
sendas de oro, ciego,
a
mí mismo voy.
Y
es la vida que en mí nace
la
que guía mis pasos,
la
que empuja y me hace
no
rendirme al ocaso.
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