En los huecos de mi alma vive el tiempo acurrucado, que dormita palpitando si cansado me recojo, deteniendo los siglos en calmo reposo. Al albor de la mañana me despierto y miro, el silencioso vacío que siempre me acompaña…. y lo empujo, que salga. Él se extiende y despereza, desenrosca sus hilos, que son los míos, y la vida lentamente comienza.
Arde mi ser, todo es llama, luz y calor que mi
pecho inflama. Me divido en mil rescoldos, en su interior me escondo, me
condenso y estallo en violento soplo, vivo en los vientos que dan forma hasta
que todo mi ser se enfría, bulle y se transforma.
Fluyo a mi través llenando el mundo, soy la
cresta de la ola que cabalgo sin frontera, por las aguas eternas, que en su
vaivén me llevan. En mi húmedo seno se mece, la chispa que crea y crece.
Impregno de mis aguas las secas vastedades que forjan y endurecen mis partes
materiales.
Me vuelvo roca y guijarro, el pasar de las
eras me admira estático, petrificado, mientras siento los áureos metales que
destilan con su fuerza, la luz de mis cristales. La noche me encuentra inmerso
en flores de eterna transparencia, permitiendo que atraviese mi esencia el
quedo canto del universo. Abriendo sin resistencia un hueco donde repose el
tiempo.
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