En las grises nieblas del estío
los
intensos cielos se deshacen
en
contínuos mares que renacen
rescatando
el fondo del olvido.
Por
senderos indiferenciados
sin
mover mi cuerpo hoy camino
cuanto
es común haciendo mío,
lo
que fue mi yo desdibujado.
Son
días de nubes insondables
donde
la urbe al cielo se abre,
no
hay línea que la piedra separe
del
aire salino que la lame.
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