Resuena
en ímpetu creador
la
llamada de los elementales
apelando
a crecer, a ser mejor,
a
percibir que somos inmortales.
Y
es el reclamo constante de esa voz
el
que forma las plantas y animales,
el
que crea las rocas y cristales,
impregnando
el mundo en su calor.
Pulso
eterno que conforma la vida,
dando
un marco a la tierra en su canción,
estructura
de infinita armonía,
que
se trenza, tejiendo su patrón.
El
fluir de tu hermosa melodía
es
la savia que mueve el corazón.
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