Praderas
amarillas
que bañan con
denuedo
del tiempo las
orillas
en tierras de mi
abuelo.
Bajo el sol
iluminadas,
blancas nubes
van pasando,
de camino hacia
la nada,
lentamente,
navegando.
En esta tierra
parda
de Otones vienen
los vientos,
y ya la lluvia
amaina,
que todo tiene
un momento.
Mas, paciente,
yo espero,
divisando en
lontananza
el avance del
trueno,
cirro que aún no
me alcanza.
Ya se acerca la
tormenta
a estos campos
de secano,
sin apenas
darnos cuenta,
ha acabado el
verano.
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