No pertenezco a
este mar de alcores
que en olas se sumerge
y encadena,
de igual tono
las aguas y la tierra,
seca el viento
sus grises moradores.
Mi océano tiene
un mar de flores,
azules profundos,
verdes praderas,
rompen sus
playas, naranjas de arena,
vivos matices de
intensos colores.
Si la calma se
instala en cuanto miro
surge en mi
interior la necesidad
de comprobar que
aún no estoy dormido.
Me inunda en
cambio la serenidad
cuando el mundo
alrededor está vivo,
me centro
entonces, comienzo a crear.
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