Surcando aceras
sobre ocho ruedas,
raudos reflejos
cuando aceleras.
Llegando lejos
tu imagen vuela
y entre los viejos
muros se cuela.
No hay quien pueda
detenerte,
ni siquiera
logran verte.
El viento azota
tu melena,
tu alma rota
ya despega.
Tras tu partida
nada queda,
pues la vida
a nadie espera.
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