Cuando el tiempo se detiene
es momento de empezar,
cuando ves que nadie tiene
un lugar para pensar.
Cuando el día se repite
arrastrado por el deber,
cuando no se te permite
escuchar tu propio ser.
Creo entonces una esfera
de quietud y soledad,
ilusión que nadie pueda
penetrar, resquebrajar.
Y ahí dentro es que me escucho
viendo dónde he de sanar,
ya no huyo, ya no lucho,
me yergo para avanzar.
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