me pego a la ventana,
las gotas sin cesar
empapan la mañana.
Abro de par en par
mi alma a la humedad
que inunda los rincones
secos tras los cajones.
Helado día gris,
libre revolotea,
congela mi nariz
que se rinde y gotea.
Me lanzo a la ciudad,
navego entre paraguas
que intentan sin lograr
civilizar las aguas.
Peatones asustados
se esconden en sus coches,
jamás han disfrutado
de que el cielo les toque.
Chapoteo y me mojo
en charcos de alegría,
me miran como a un loco,
no saben qué es la vida.
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