Clavas en mí tu mirada
puntiaguda, afilada,
que atraviesa mi alma
como si fuese una daga
y en el barullo en que estaba,
entre mil voces y ruido,
de pronto, todo se apaga,
nace un silencio dormido.
Y te paras.
Y te miro.
Va saliendo el sol en el cielo,
gira el mundo tras nosotros,
pero la única luz que veo
es la que brilla en tus ojos.
¿Cómo puede un segundo
cambiar todo mi mundo?
¿Cómo pueden tus ojos
llegar a ver tan profundo?
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