Feliz Navidad

Nochebuena, Navidad
villancicos y champagne,
               una sombra, casi un hombre
               se escurre entre la muchedumbre.
Cien abrigos de visón
dos mil sombreros de copa
buscan regalos de última hora.
               Negra mano, escuálido brazo,
               roba las sobras de algún plato.
Mira de lejos las luces
de ese mundo tan suyo
que hoy no conoce.
Ruido, barullo...
               se asusta,
               se encoge.
En el olvidado callejón
sus ojos solo brillan.
Bajo el polvo y el barro
de noches sin sueño,
de años sin hogar,
se esconde el rostro de un niño
que nunca aprendió a jugar.
Unas piernas famélicas
acurrucadas en el suelo
tiritan de frío.
Sus ojos negros,
como la noche
de las calles donde se esconde,
hablan de una edad
mayor de lo que corresponde.

Entre diarios
de meses pasados
acuna un paquete
que tiene manos:
manos pequeñas,
llenas de vida,
que piden a gritos
fuego y comida.
Sólo un chupete
y sobras de pavo
para este “paquete”,
para este “bulto”,
que es su hermano.
Sus tristes ojos de adulto
miran la ciudad
y se desea a sí mismo:
“Feliz Navidad”

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