Es el canto que llama, es la fuerza que empuja, la que enciende la llama y el camino dibuja. Desde el niño al anciano un mismo sentimiento, aunque todo ha cambiado él sigue estando dentro. No intentes silenciarlo, volverá aún más fuerte, lucha por alcanzarlo antes de ver la muerte. Escucha la pasión que nace en tu interior, no busques la razón, y sigue al corazón.
Frente al rojizo mar al ocaso me mimetizo en este abrazo. Escuchando al sol acostarse en su lecho, irradiando el amor que nos une en un beso. Es tanto el sentimiento que empuja muy adentro, que el cuerpo me queda estrecho, se sale el alma del pecho.
Escribo porque
vivo, porque
en verso yo
respiro y
a mi universo doy
sentido. Y
no digo que
otros deban escribir
como escribo, tal
vez puedan seguir
otro camino. Yo
sé cuál es el mío. Porque
vuelan de
su nido mis
sueños cuando
escribo y
me encuentro si
no escribo vacío sólo
y frío, en
cambio cuando escribo al
mundo yo sonrío. Escribo porque
siento que
ese es mi destino.
Cuando
tengo tiempo escribo
mil poemas, cuando
tengo tiempo no
existen las penas, cuando
tengo tiempo brotan
locas ideas que
en mi alma se quedan y
ahí revolotean. Quisiera
vivir para
escribir, quisiera
olvidar todo
lo demás, soltar
obligaciones, centrarme
en mis canciones. Quisiera
sentir todas
las emociones.
Volver
a descubrir el
tiempo que camina y
juntos revivir la
joven alegría, patinar
y sentir en
el viento la vida, no
dejar de reír en
lo que dura el día.
Comienzo
escuchando qué
hay detrás, comienzo
mirando sin
mirar. Empieza
a formarse una
idea, a
dibujarse, aún
no está entera. Yo
la miro de reojo, intentando
no asustarla y
me mojo en
ella para atraparla. Entonces
cala en mi mente, de
repente, suave
como un beso cae
por su propio peso. No
cabe duda, la
veo clara, brilla
sin luna destaca
en la nada. Y
en mí se queda la
nueva idea destilada en
un poema.