Las ciudades son más amables cuando puedes surcarlas sobre una bicicleta en lugar de arrastrarte por sus gastados raíles subterráneos.
En potencia
Debe existir vacío
para crear la forma,
"no ser" inadvertido
que al advertir se torna
en objeto creado,
producto del pasado.
Potencia de vida
aún no construida,
siempre será mayor
que cualquier forma dada,
el vacío creador
que la sacó de la nada.
para crear la forma,
"no ser" inadvertido
que al advertir se torna
en objeto creado,
producto del pasado.
Potencia de vida
aún no construida,
siempre será mayor
que cualquier forma dada,
el vacío creador
que la sacó de la nada.
La atención
Brincando alegre entre ideas,
alborota, picotea,
entre conceptos dispares
salta sin preliminares.
Incluso cuando reposa
ella nunca se está quieta,
enormemente curiosa,
cuesta tenerla sujeta.
alborota, picotea,
entre conceptos dispares
salta sin preliminares.
Incluso cuando reposa
ella nunca se está quieta,
enormemente curiosa,
cuesta tenerla sujeta.
Una puerta en cada instante
Tic, tac...
Pasa un instante
y otro tras él,
hurgo entre ambos
con mi cincel
y solo hallo
dura pared.
Tic, tac...
En los resquicios
entre segundos
busco lo eterno
y en él me hundo,
pero al instante
vuelvo a este mundo.
Tic, tac...
La eternidad
es una suma,
raudos “ahora”
que suman una,
mas al mirarla
se nos esfuma.
Tic, tac...
Tic…
Pasa un instante
y otro tras él,
hurgo entre ambos
con mi cincel
y solo hallo
dura pared.
Tic, tac...
En los resquicios
entre segundos
busco lo eterno
y en él me hundo,
pero al instante
vuelvo a este mundo.
Tic, tac...
La eternidad
es una suma,
raudos “ahora”
que suman una,
mas al mirarla
se nos esfuma.
Tic, tac...
Tic…
A el que pisa sobre sí mismo
Pisando sobre uno mismo
para salvar el abismo
te alzas sobre tus "yo" más viejos
y cada día llegas más lejos.
El camino hacia el todo
atraviesa tu interior
y no existe otro modo
de alcanzar la perfección.
Por eso tú avanzas, con tesón,
sobre ti te alzas, hacia el sol.
Eres suelo fecundo
que pisas con valor.
Por tu empeño el mundo
es un poco mejor.
para salvar el abismo
te alzas sobre tus "yo" más viejos
y cada día llegas más lejos.
El camino hacia el todo
atraviesa tu interior
y no existe otro modo
de alcanzar la perfección.
Por eso tú avanzas, con tesón,
sobre ti te alzas, hacia el sol.
Eres suelo fecundo
que pisas con valor.
Por tu empeño el mundo
es un poco mejor.
Hoy eres un año más sabio
Hoy eres un
año más sabio que hace un año. Has florecido una primavera más, has madurado un
nuevo verano, has dejado ir otro otoño, has superado un invierno. Trescientos
sesenta y cinco veces has visto el sol recorrer su ciclo diario. Has amado, has
sufrido, has buscado… has vivido.
Hoy eres un
año más sabio que hace un año. Plantéate de nuevo la vida y no dejes que te
aten o abrumen las decisiones que tomaste cuando eras menos sabio. Ahora sabes
más, ahora puedes más, ahora llegarás más lejos.
Y no temas
equivocarte, porque… hoy eres un año más sabio que hace un año, pero menos de
lo que serás dentro de un año.
Aprender a nadar
Vivimos
sumergidos en un río. Mientras avanzamos, no nos damos cuenta de que es la
corriente la que nos empuja: nos lleva a través de nuestra vida, o nos deja
varados. Esto no quiere decir que
vayamos a la deriva, nos movemos sin duda en una dirección, pero no somos
nosotros los que decidimos esa dirección. Vivimos felices pensando que sí que
es así, pero en realidad son las circunstancias exteriores las que deciden
nuestro rumbo.
Para decidir
nosotros nuestro propio rumbo, debemos primero darnos cuenta de que hasta ahora
no lo hemos hecho. Una vez aceptamos esto, podemos empezar a aprender a nadar,
pero surge entonces una pregunta esencial: ¿hacia dónde?
Probablemente
hasta ahora la dirección en la que hemos ido haya coincidido más o menos con la
corriente, con lo que se espera de nosotros, con lo que se supone que debemos
querer, con la dirección en la que nos lleva el río en el que cada uno está
sumergido. Pero ¿es ese realmente el rumbo que queremos tomar?
Para saberlo
tenemos primero que olvidarnos del río, tenemos que parar en una roca, dejar
que la luz del sol nos seque y escuchar el fluir del agua olvidándonos de su
dirección. Tenemos que ver qué es lo que queremos, hacia dónde queremos ir, sin
importar hacia dónde íbamos hasta ahora.
Si no lo
vemos claro, podemos seguir parados un rato más, o zambullirnos y parar en otra
roca más adelante. No pasa nada por
dejarnos llevar un tiempo, es mejor eso que quedarnos paralizados por la
indecisión y el miedo a errar el rumbo, pero siempre siendo conscientes de
ello, siempre sabiendo que ese no es nuestro rumbo definitivo y que en algún
momento tendremos que volver a pararnos y buscarlo.
Podemos
repetir este proceso varias veces y probar diferentes corrientes, lo importante
es que cuando realmente encontremos nuestro rumbo, nos zambullamos y nademos
con fuerza en esa dirección.
Puede que
nos resulte difícil al principio, incluso que nos de miedo, pero según vayamos
nadando, nuestros músculos se irán fortaleciendo. Iremos además creando nuestra
propia corriente en esa dirección, que aunque al principio sea imperceptible,
si seguimos nadando ira creciendo y terminará por ayudarnos.
No debemos
tener miedo, todos nacemos preparados para nadar, solamente tenemos que
aprender a hacerlo.
Creciendo alas
Cuando todo en ti lo desea, puedes volar sin alas... y estas irán creciendo durante el vuelo.
El olor de la memoria
A lo largo
de su discurrir en el tiempo, nuestra energía, nuestro ser, se va impregnando
del olor y el color de todo aquello que le acontece. La memoria los arrastra
consigo como un tinte que se interpone al mirar el mundo y hace que nuestra
visión del mismo sea sesgada.
Si queremos
observar la totalidad de la existencia en si desnuda integridad, debemos
olvidarnos de lo que sabemos, debemos liberarnos de los olores y colores que
nos impregnan, dejar caer los velos y, una vez limpios de recuerdos, abrirnos a
lo observado.
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