Centrado en mí 
nada me tambalea, 
pues no soy yo 
quien danza y brega 
con cada piedra 
que arrastra la marea. 
Pues no soy yo quien camina, 
quien se levanta cada día 
esforzándose por verme.   
Yo soy aquel que nunca duerme, 
quien de lo alto vigila 
y aun después de la vida, 
              existe. 
Soy aquel que nunca viste, 
soy quien guía el camino, 
quien recoge lo aprendido.   
Yo soy el fuego 
que tu centro habita.   
Soy el soplo divino   
          que en ti   
                            palpita.