En cada piedra, en cada flor

En mí me busco y no me encuentro
palpando a tientas este adentro,

la fuerza viva que es mi aliento
tan solo existe alrededor.

Yo soy el todo, soy la nada,
soy esa chispa que se apaga,
la que renace de mañana
en cada piedra, en cada flor.

Y solo me hallo cuando miro
a todo ser entorno mío,
porque es afuera donde vivo,
donde el destino se hace amor.



Se desdibuja

Pulsa la cuerda de mi alma
un suave viento alrededor
que me atraviesa la espalda
impregnando su calor.
Y en mi adentro caldeado
surge un fuego crepitante
que irradia hacia todos lados
llegando a lo más distante.
Al vibrar con nota clara
ya no hay piel, se desdibuja
la línea que me separa
d el aire que me empuja.




Fluyendo con el destino


Pisando sobre el vacío
de la total impotencia
avanzo haciendo mío
el fluir de la existencia.

Divisando en el futuro
la última consecuencia
de mis actos hoy procuro
saldar mis viejas pendencias.



El ritmo del viento

Rítmico aliento
que sale y entra,
que por dentro
me calienta.

Sopla y se expande
cuando me muevo,
se hace aire
siempre nuevo.

Y el impulso de la vida
lo convierte en remolino,
lo eleva y gira
entorno mío.

Transformado en vendaval
baila libre siendo viento,
surca la ciudad
en un momento.

Y al fin se calma
en suave abrazo,
toca el alma
a su paso.

Y se introduce
en mi interior,
donde luce
su calor.


Encuentro grupal


Sintiendo mío el exterior
al fin percibo el corazón,
impulso vivo que al latir
es tuyo y mío en un fluir.

Me extiendo al grupo, circular,
aquí yo ocupo tu lugar,
te abro espacio en mi ser,
tocar despacio, entretejer.

Se vuelve denso el aire
en nuestro adentro, en nadie,
y es en el centro que vive
el encuentro que redime.