Los
seres humanos tenemos una parte consciente y una inconsciente.
Nuestra
parte consciente está compuesta por todas las experiencias que nuestro entorno
nos permite conocer. Esto suele reducirse normalmente a aquellas experiencias
que el lenguaje, la lógica, las prohibiciones y condicionamientos de la
sociedad, o incluso nuestra propia visión del mundo, nos dejan ver.
Pero
existen muchas otras experiencias que descartamos sin darnos cuenta por
considerarlas ilógicas, imposibles o descabelladas. Y no nos paramos siquiera a
pensar en ellas, a observar si realmente son imposibles o es nuestra visión del
mundo, nuestra parte consciente, la que las clasifica como tal.
Nuestro
inconsciente en cambio no entiende de normas o tabúes, se salta los filtros que
nuestro consciente impone a la realidad, y la experimenta tal como es. Así,
inconscientemente, sentimos y nos damos cuenta de muchas cosas que, aún sin
saber explicarlas, sabemos que son así. Porque nuestro inconsciente nos permite
estar en contacto con el mundo tal como es, sin filtros de por medio.
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