El sentido de la vida humana

Qué es lo que nos impulsa, qué es lo que nos hace ser nosotros mismos.

Tanto los animales como las plantas están unidos a la naturaleza, forman parte de ella y su objetivo en el mundo, en la vida, no es otro que el de existir y desarrollar todo su potencial. Un león es feliz siendo un león, cazando, teniendo su manada, haciendo aquello para lo que la naturaleza le dotó. Un cerezo luce lozano y precioso cuando desarrolla sus flores y frutos, frescos y jugosos, cuando hace aquello que está preparado para hacer.
 
Y el ser humano… ¿cuál es su objetivo en este mundo? Los humanos, al ser conscientes de nuestra propia existencia, de nuestra individualidad como seres únicos, estamos separados de la naturaleza, del resto de animales y seres vivos. Nos sentimos aislados y muchas veces perdidos, no sabemos qué hacer, hacia dónde ir, no encontramos el sentido de nuestra vida. Sin embargo, yo creo que a este respecto no somos muy diferentes del resto de seres: nuestro objetivo no es otro que el de desarrollarnos plenamente y ser así el mejor ser humano que podamos ser.
 

El problema o complicación viene a la hora de descubrir cuales son esas potencialidades latentes en nosotros y que debemos desarrollar. En el caso de una planta o animal, el instinto o incluso en ADN les dice cómo desarrollar sus habilidades innatas, pero las potencialidades con las que nacemos los humanos son mucho más diversas.
 
El mismo cerebro que nos permite darnos cuenta de nuestra existencia, que nos separa de la naturaleza, nos da también una capacidad infinita que debemos aprender a desarrollar. Y creo que es ahí donde está la clave, ese es precisamente nuestro objetivo: ser conscientes, darnos cuenta, observar y conocer el mundo y a nosotros mismos, ser plenamente conscientes de nuestra individualidad que nos separa del resto de la naturaleza, descubrir las habilidades (diferentes para cada persona) que nos hacen sentir bien, desarrollarlas y aprender a aceptar y a amarnos a nosotros mismos y al resto de seres, humanos y no, hasta volver a sentirnos parte del mundo, no ya de forma inconsciente e innata, sino conociendo, siendo conscientes del mundo y sobre todo, amándolo e intentando mejorarlo a nuestro paso.

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