El miedo es como una hiedra que va creciendo sin que te des cuenta y cuando miras hacia abajo, te ha atrapado los pies. Te paraliza, no te deja acercarte al peligro, te impide vivir tu vida. Y se excusa diciendo que es por tu bien, por ahorrarte dolor, cuando lo único de lo que te está salvando es de vivir.
La única forma de luchar contra él… es empezar a andar, avanzar, lanzarte, zambullirte de lleno en aquello que lo alimenta. Hasta que esa hierba sibilina no tenga dónde agarrarse y puedas correr libremente. Tal vez te caigas, tal vez duela… pero al menos habrás vivido, y eso siempre habrá merecido la pena.
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