A veinte metros del suelo


Lentamente voy rozando
de los árboles las copas,
por el aire caminando
mis dedos apenas tocan
hojas que al viento vuelan,
me elevan,
                        me dislocan.

Y yo paseo
a veinte metros del suelo,
en calma veo
mi cuerpo desde la altura,
suave desciendo de nuevo,
vuelvo a ser una.




De Kronos a Kairos


Vengo del pasado sin tiempo
donde confluyen las mareas
que en mi ser respiran.

Vivo en el eterno momento
en que se crea siempre nueva
nuestra sed de vida.

Voy hacia el futuro al encuentro
de esas mis sendas verdaderas
que de mi alma tiran.

Fluyendo con Kairos presiento
mi infinitud en esta rueda
que por siempre gira.



Quedo callado


Son tantos los mares
que inundan mi lago
que se desborda el alma
con cada trago.

En hondas verdades
me hago y deshago,
en su profunda calma
desnudo nado.

               Y son        tales        las inmensidades
      a las    que soy               guiado,
                 que no caben             en mis         palabras,
quedo callado.


 

Se hace piedra


Tintinea el rocío que en la mañana
se desprende del frío,
    fluye y mana.
En la verde pradera bajo la niebla
toda vida se hiela,
           se hace piedra.
A lo lejos se observa entre colinas
              el hogar que me lleva
a otra vida.




Observando moverse el aire


Observando moverse el aire
¡Silencio! que no hable nadie.
Hoy comprendo el fluir del tiempo
y encuentro
en su cíclico andar
mi movimiento.
Pero cómo capturar
lo que nunca tuvo un cuerpo,
yo no sé cómo hablar
de la vida, de lo muerto.