El pensar del corazón

En imágenes y formas
percibe mi corazón
los impulsos que conforman
la razón.

Y es en ambos que crece
un nuevo pensar sin normas
que mente y alma entreteje
y transforma.




Las aguas de la vida

Hoy me empapo paseando entre portales
por las calles de esta urbe tan mía,
gris y blanca es la luz que a pleno día
desdibuja el asfalto y los metales.

Navegando en el vaivén de los mares
me sumerjo en las aguas de la vida
que limpian y diluyen las esquinas
volviendo las fantasías reales.

Y en este mundo de aguas sin frontera
me pierdo mudo soltando mi cuerpo,
me siento nacer, olvido quién era,
y al hacerme consciente de que he muerto
puedo ser minúsculo e inmenso
expandiéndome a todo el universo.



Cae la nieve

Gota a gota va cayendo
el cielo en mi regazo,
de blanca calma cubriendo
el aire con su abrazo.

Yo lo espero, aquí abajo,
en silencio y atento,
pues no quiero su trabajo
romper con mi movimiento.

Sobre mis hombros se posa
el agua de mil mares,
capa densa y preciosa
que a todos hace iguales.



En cada piedra, en cada flor

En mí me busco y no me encuentro
palpando a tientas este adentro,

la fuerza viva que es mi aliento
tan solo existe alrededor.

Yo soy el todo, soy la nada,
soy esa chispa que se apaga,
la que renace de mañana
en cada piedra, en cada flor.

Y solo me hallo cuando miro
a todo ser entorno mío,
porque es afuera donde vivo,
donde el destino se hace amor.



Se desdibuja

Pulsa la cuerda de mi alma
un suave viento alrededor
que me atraviesa la espalda
impregnando su calor.
Y en mi adentro caldeado
surge un fuego crepitante
que irradia hacia todos lados
llegando a lo más distante.
Al vibrar con nota clara
ya no hay piel, se desdibuja
la línea que me separa
d el aire que me empuja.




Fluyendo con el destino


Pisando sobre el vacío
de la total impotencia
avanzo haciendo mío
el fluir de la existencia.

Divisando en el futuro
la última consecuencia
de mis actos hoy procuro
saldar mis viejas pendencias.



El ritmo del viento

Rítmico aliento
que sale y entra,
que por dentro
me calienta.

Sopla y se expande
cuando me muevo,
se hace aire
siempre nuevo.

Y el impulso de la vida
lo convierte en remolino,
lo eleva y gira
entorno mío.

Transformado en vendaval
baila libre siendo viento,
surca la ciudad
en un momento.

Y al fin se calma
en suave abrazo,
toca el alma
a su paso.

Y se introduce
en mi interior,
donde luce
su calor.


Encuentro grupal


Sintiendo mío el exterior
al fin percibo el corazón,
impulso vivo que al latir
es tuyo y mío en un fluir.

Me extiendo al grupo, circular,
aquí yo ocupo tu lugar,
te abro espacio en mi ser,
tocar despacio, entretejer.

Se vuelve denso el aire
en nuestro adentro, en nadie,
y es en el centro que vive
el encuentro que redime.



Sigfrido

Hay un punto en la espalda, por donde atraviesa
el fluir de este alma que a mi través se expresa,
un espacio vacío, donde nada protege,
donde salgo furtivo cuando el sueño me mece,
que es al tiempo tan mío y no me pertenece.
La puerta para llegar a otra dimensión,
piel que no acertó a bañar la sangre del dragón,
por donde puedo mirar y ver mi corazón.

 

Al borde de un alma

Asomándome al borde de un alma
hoy atisbo los mares del ser
que se esconde dejándome ver
tan solo la superficie en calma.

Mas su trémula luz interior
atraviesa las negras honduras
alumbrando las simas oscuras
que relucen en blanco esplendor.

Tiembla la piel al mostrar
la esencia más pura
que se revela al hablar
sin máscara alguna.

Y al mirar sin velo, me sobrecoge
la inmensidad de la belleza
que en cada ser se expresa
y solo en el otro se reconoce.