Entre sonidos

En el límite gris de la alborada
hoy camino escuchando entre las voces
los espacios que emergen, tan veloces,
en las frases aún inacabadas.
Asomando al calor de la palabra,
engrasando los verbos en sus roces,
en lo nunca dicho se reconoce
la llave que hará que el mundo se abra.

Pues el alma de todo lo que es vivo
palpita por la gracia del vacío
que mudo en este borde yo presencio.
Por su inmenso poder sobrecogido,
hoy observo nacer todo sonido
en el hueco que crea el silencio.




Pisando en el vacío, hacia arriba

Buscando caminos para avanzar,
desando los pasos que un día dieron
esas partes de mí que ya murieron,
pues solo en sus hombros me puedo alzar
irguiéndome en puntas para alcanzar
alturas a las que hoy aún no llego,
que impulsan mi ser hasta alzar el vuelo
en ansia perpetua por mejorar.
Y es sólo entonces, cuando pierdo pie,
que nacen las fuerzas que no tenía,
aquellas que impulsan todo mi ser,
                                      hacia arriba.
Abriéndome paso, aún sin ver,
a un mundo que ya ciego, intuía.



Sinfonía creadora

Resuena en ímpetu creador
la llamada de los elementales
apelando a crecer, a ser mejor,
a percibir que somos inmortales.

Y es el reclamo constante de esa voz
el que forma las plantas y animales,
el que crea las rocas y cristales,
impregnando el mundo en su calor.

Pulso eterno que conforma la vida,
dando un marco a la tierra en su canción,
estructura de infinita armonía,
que se trenza, tejiendo su patrón.

El fluir de tu hermosa melodía
es la savia que mueve el corazón.


Prendida del cielo

Sintiendo lo etéreo vibrar en el aire
me dejo guiar por todo y por nadie.
Cada palabra que quedo pronuncias
abre una puerta callada que anuncia
en qué dirección yo puedo flotar
siguiendo los ecos que forman el mar.
En blanco silencio, escucho prendida
del cielo, por dónde fluye la vida
y un viento me lleva en rauda espiral
al centro vacío de todo crear.




La flor

Desde la periferia del universo,
desde los confines de lo inmenso,
en profundos azules insondables,
donde nacen estrellas que pueblan mares.

Llegan al mundo fuerzas vitales,
fuentes de eternos manantiales,
que impulsan la vida desde dentro
creando en la flor, su centro.

Sin saberlo ella crece,
erguida su presencia,
y es toda la existencia
la que en sus pétalos, resplandece.




Silfos

Chispeantes meteoritos
que se esfuman al mirarlos,
cual brillantes angelitos,
atraviesan sin tocarnos.

Impregnando un cuerpo vivo
en el alma de las cosas
van tranzando su destino,
forjadoras silenciosas.



Anchos los trigales

Reposa el azul intenso
de los cielos estivales
cubriendo el pacer inmenso
de los campos de trigales.

Anchos son los mares
de tierras y amarillos,
pastos inmortales
donde juegan los chiquillos.



Camina

Camina despacio, sin prisa
que el mundo te espera y la vida
contigo se une y camina.

Avanza sin pesos, sin penas,
soltando la carga que llevas,
que atrás con tus pasos se queda.

Camina, que es una aventura
la senda que hoy ves tan oscura,
camina, que nada perdura.




Destino

No soy sombra que te espera
al vagar por la ribera,
no soy yo esa brisa nueva
que se anuncia y nunca llega,
no soy grito inconsistente,
no soy flor de primavera,
soy la estela permanente
que al pasar los siglos queda,
soy la forma en ti latente
que te empuja y te moldea.



Nada se aloja en la nada

Nada se aloja en la nada,
nada que empuja y vacía,
fuerza ni muerta ni viva,
en el fluir olvidada.

Tras el abismo se esconde,
feroz, agazapada,
la vacua falla sin nombre
que todo en sí se traga.

Densa se extiende su niebla,
etérea, deshilachada,
voz silenciosa que puebla
el todo con la nada.