Vacio

Me han robado lo que nunca fue mío,
se han llevado mi aire, mi mar,
en mi interior solo queda vacío
y en mis sueños ya no puedo volar.

Me asomo a mi corazón
y es como ver el fin del mundo,
cien mil hojas en blanco
entre las que me hundo.

Una espesa nada
invade mi ser,
inunda mi alma,
me va a hacer caer,
estoy mareada
y no logro
                   parar
y no puedo
                   amar
pues todo cuanto quiero
                   se va.
Y yo me muero,
me ahogo
en mi propio mar.

Tan solo quiero besar
a aquel que me enseñó a volar
y navegar juntos
por toda la eternidad.
Pero vacía;
y sin alas;
me despeño.
Sin mis plumas
caigo sin remedio.
Y esta vez
mi pesadilla
no es un sueño.
Se abren mil heridas
por las que brotan
mis sueños, mis miedos,
                             mi vida,
en forma de gotas
de blando cristal
hasta dejarme vacía,
hasta escurrir por los ojos
todo el agua que tragué de tu mar.

No tengo miedo

Que venga un huracán
y arrase mi ciudad,
que se hunda el suelo
bajo mis pies.
Que me azoten y torturen,
que me cuelguen del revés,
que lama mi cuerpo el fuego
y se abran mis heridas,
que todo lo queme el sol,
plagas y hambre asolen el mundo entero.
Que alguien me arranque el corazón.
Que me quiten la vida.
No tengo miedo.
Pues perder tu alegría
es lo único que temo.

Suerte

Sé que nunca permaneces
en un mismo lugar,
sé que eliges tu destino
al azar
eres un soplo
que va y viene
y nunca
se detiene,
mas con todo el alma
te pido:
detén tu raudo
peregrinar,
pliega tus alas
de ardiente metal
y pósate en este,
mi amigo
para que hoy nada
le salga mal.

Sobre verde

Hoy he vuelto a una tierra
que me vio llorar.
Hoy he vuelto a soñar.

El mismo sol que un día
vi nacer
baña hoy mi piel
igual que lo hizo ayer.
Pero hoy no hay nadie
que comparta mi paseo.
No hay risas ni llanto,
no hay amos ni perros,
no hay juegos ni cantos.
No hay gente, solo sueños.

Tumbada en una tierra
hoy sin hoyos,
espero a que vuelvan
los recuerdos
deseando tan solo
que dejen de serlo.

Conociendo a quien no se conoce

Me sumerjo a fondo
en corazones ajenos
buscando en ellos
resquicios de mí.
Se abren ante mis ojos,
como libros,
espíritus dormidos,
doloridos,
repletos de frases
que ya he leído
y que ahora adquieren
mil nuevos sentidos.

Conozco cada ser y sus por qué,
comprendo cada gesto y mirada,
porque ahora ya
son parte de mi ser,
porque ahora ya
son uno con mi alma.

Y me temen si les digo
              lo que sienten,
y se asustan si les muestro
                        su verdad,
y se ríen si les hablo
                  de soñar
pero son sus propios sueños,
y me dicen que les miento
y se alejan sonriendo
y yo me pregunto:

Por qué es tan difícil
sentir como siento,
por qué es imposible
mostrar a alguien
su propio adentro.
Por qué es tan extraño
saber a qué huele el aire
y a qué sabe la nada,
sentir el rugir del viento
                 en el corazón
y entre las manos el calor
                de una mirada.
        Por qué no oyen
        vibrar los sueños
        en sus entrañas.
Por qué el mundo no se conoce.
Cómo mostrar quién eres
a quien no sabe quién es él.

Si hoy las gentes,
en sus mundos de cristal,
viven sin soñar...
cómo hablarles de ideales
si no conocen su propia realidad.

Pequeña alondra

Oye pequeña alondra
que con el sol despiertas,
no busques compañera
en aves nacidas tuertas.

Pues su medio sentido
les impide ver tu alma
y nunca serán
dignas de tus lágrimas.

Oye pequeño amigo
que vuelas de mañana,
no busques cobijo
en un rayo de plata.

Pues si bien, por la noche
su belleza te mece,
te abandona en el bosque
tan pronto amanece.

Entre la vigilia y el sueño

Suelto mi mente
bajo un cielo
que se desploma
sobre mi cabeza.
El carbón ensucia
esta hoja
y limpia mis ojos
que escurren recuerdos
y dejan despojos.
Brotan de mi cuerpo
gotas de cristal
que brillan
en la noche
más que la luna llena
en el mar,
pues la luz que las mueve
es la misma
que me hace vivir,
la que alumbra mi mano
si me pongo a escribir.
Y entre luces tenues
y estrellados ocasos
despega mi mente
rompiendo en pedazos
todo cuanto ataba
mi cuerpo a mi cama,
porque ahora que existo
entre la vigilia y el sueño
soy un semidiós,
soy mi amo y mi dueño,
y mi mundo,
me queda pequeño.

Con solo un susurro

Una palabra al oído
ha hecho arder mi corazón
en ígneo estallido
y ya no recobro la razón.

Sé que sólo necesito
un aroma conocido
para que mi cuerpo despierte
de su letargo insensible
y cual hojas de un otoño
que murió
se estremezca
y entre estrellas
tiemble.

Pues es suficiente
con una canción
para que vuele mi mente
a otro mundo
a otro tiempo,
a otra dimensión.

Donde la distancia es un suspiro
y surge de tus pulmones
el aire que yo respiro.
Donde el tiempo se detiene ante la noche
dejando que su negro manto
arrulle nuestros cuerpos
y nuestras voces
que, en un susurro furtivo
se escapan del alma
y trepan a los oídos.

Ven música, ven

Ven música, ven
aduéñate
de mis entrañas,
atrápame
con tu vibrar.

Ven música, ven
y hazme volar,
hazme vivir,
hazme girar,
hazme querer.

Ven música, ven
que quiero tocar
la estrella más alta
y sólo tú eres capaz
de elevar mi alma
por encima de mi ser.

Ven música,
ven.

No, gracias

 
Pues bien, ese es mi vicio
me gusta provocar, adoro ese suplicio.
¿Qué quieres que haga, buscarme un protector?
¿un amo tal vez?
¿y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina y con adulación,
cambiar de camisa
para obtener posición?
 
¡No gracias!
 
¿Dedicar si viene al caso
versos a los banqueros,
convertirme en payaso,
adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?
 
¡No gracias!
 
¿Desayunar cada día un sapo,
tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
 
¡No gracias!
 
¿Adular el talento de los canelos,
vivir atemorizado por infames dineros
y repetir sin tregua:
“Señores soy un loro
quiero ver mi nombre escrito en letras de oro”?
 
¡No gracias!
 
¿Sentir terror a los anatemas,
preferir las calumnias a los poemas
coleccionar medallas
urdir falacias?
 
¡No gracias! ¡No gracias! ¡No gracias!
 
Pero cantar, soñar, reír,
vivir, estar solo, ser libre,
tener el ojo avizor,
la voz que vibre,
ponerme por sombrero el universo
por un sí o por un no,
batirme,
o hacer un verso.
Despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación… a la luna.
Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
renunciar a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto,
pero solo.
 
(Cyrano de Berguerac, de Edmond Rostand)